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Abre los oídos del corazón a la Palabra de Dios





 “Quien a vosotros os escucha a mí me escucha” 
(Lc 10,16). 

 Todo enviado es un representante de quien le envía; por tanto, toda la vida de la Iglesia debe ayudar a las personas a entrar en contacto con Jesús y el Padre.
Como ocurrió con Jesús, el testimonio no siempre será acogido.

Jesús se hace uno con nosotros para acercarnos al Padre.
Pone en nuestros labios sus palabras, que también son las palabras del Padre.
Abre los oídos del corazón a la Palabra.
Guárdala, mastícala y amásala en tu interior, como María.
Ofrécela, con Ella,  sencillamente a los hermanos. 

Alumbra, Señor, el camino de mi vida.
Quiebra la noche con la gracia de la fe.
Enséñame a amar porque tengo pobre el corazón.  



Celebramos la memoria de San Jerónimo, conocido especialmente por traducir la Biblia al latín, también conocida como Vulgata.
Se puede ver, su amor por las Sagradas Escrituras reflejado en uno de sus escritos: “deseamos traducir las palabras en obras; no hablar de cosas santas, sino de hacerlas”.
Él escribió estas célebres frases:
-"Ignorar la Escritura, la Biblia, es ignorar a Cristo".
-"¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?"
-"Estoy con quien esté unido a la Cátedra de san Pedro…, yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia".
- Leer la Biblia es conversar con Dios: «Si rezas --escribe Jerónimo a una joven noble de Roma--hablas con el Esposo; si lees, es Él quien te habla».

Cuando Roma fue saqueada por las huestes de Alarico, gran número de romanos huyeron y se refugiaron en el oriente.
En aquella ocasión, San Jerónimo escribió:
"¿Quién hubiese pensado que las hijas de esa poderosa ciudad tendrían que vagar un día, como siervas o como esclavas, por las costas de Egipto y del Africa? ¿Quién se imaginaba que Belén iba a recibir a diario a nobles romanas, damas distinguidas criadas en la abundancia y reducidas a la miseria? No a todas puedo ayudarlas, pero con todas me lamento y lloro y, completamente entregado a los deberes que la caridad me impone para con ellas, he dejado a un lado mis comentarios sobre Ezequiel y casi todos mis estudios. Porque ahora es necesario traducir las palabras de la Escritura en hechos y, en vez de pronunciar frases santas, debemos actuarlas".

Pidamos su intercesión para que nosotros seamos capaces de traducir la Palabra de Dios en nuestras acciones.

- Concédenos, Señor, como a san Jerónimo, un profundo amor a tu palabra, para crecer cada día en el conocimiento de ti.

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