“Al Hijo del hombre lo
van a entregar” (Lc 9,44)
El evangelio terminaba
ayer con la predicción de la muerte y resurrección de Jesús.
Es el tema de hoy: "el
Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres".
Al no hablar de
resurrección, se subraya la debilidad del Hombre víctima de otros hombres.
Los discípulos no
entienden cómo eso se armoniza con el mesianismo de Jesús y la admiración que
sienten por él.
El sentido se capta a
medida que creemos que Jesús ha compartido la vida humana en todo, menos en el
pecado.
- Gracias, Señor, por ser auténtico hermano nuestro.
- Gracias, Señor, por ser auténtico hermano nuestro.
Que no temamos ser
hermanos tuyos.
Jesús se metió en
situaciones que él sabía le iban a abocar a la cruz.
Le sostenía la relación
con el Padre.
De la experiencia de su
amor sale la verdadera profecía.
Amó la vida y supo para
qué vivía.
Se metió en los problemas
del ser humano y del planeta.
Mientras, los discípulos
discutían para ver quién era el más importante.
Descálzate, porque el
terreno que pisas es santo.
El Papa
Francisco dice:
“Cuando caminamos sin la Cruz,
cuando edificamos sin la Cruz y
cuando confesamos un Cristo sin Cruz,
no somos Discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”.
“Cuando caminamos sin la Cruz,
cuando edificamos sin la Cruz y
cuando confesamos un Cristo sin Cruz,
no somos Discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”.
“Quisiera que todos, luego de estos días de gracia, tengamos el coraje,
precisamente el coraje:
de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor;
de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que ha sido derramada sobre la Cruz;
y de confesar la única gloria, Cristo Crucificado.
Y así la Iglesia irá adelante.
Deseo que el Espíritu Santo, la oración de la Virgen, nuestra Madre, conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar Jesucristo.
de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor;
de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que ha sido derramada sobre la Cruz;
y de confesar la única gloria, Cristo Crucificado.
Y así la Iglesia irá adelante.
Deseo que el Espíritu Santo, la oración de la Virgen, nuestra Madre, conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar Jesucristo.
Así sea”.
Y Pablo añadirá: “y éste
crucificado”.
Cuando la Iglesia vive sin
la experiencia de la cruz, no es la Iglesia de Jesús.
Cuando la Iglesia deja de anunciar la cruz, está aguando y rebajando el Evangelio.
Cuando la Iglesia deja de “preguntar por miedo” a la cruz, se parece a los discípulos que durante la Pasión no dieron la cara, y desaparecieron.
Cuando el cristiano no tiene la cruz como criterio y norma de su vida, deja de ser cristiano, “está en el mundo y es del mundo”.
¿Para qué nos santiguaremos?
¿Para qué llevar una cruz al cuello?
Cuando la Iglesia deja de anunciar la cruz, está aguando y rebajando el Evangelio.
Cuando la Iglesia deja de “preguntar por miedo” a la cruz, se parece a los discípulos que durante la Pasión no dieron la cara, y desaparecieron.
Cuando el cristiano no tiene la cruz como criterio y norma de su vida, deja de ser cristiano, “está en el mundo y es del mundo”.
¿Para qué nos santiguaremos?
¿Para qué llevar una cruz al cuello?
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