¡Gracias, Jesús, por la eucaristía!
"El que come este pan vivirá para siempre"
(Jn
6,58)
Los que escuchan a
Jesús preguntan
qué significa y cómo es posible comer su carne.
Como Saulo (Hch
9,1-20),
todos necesitamos que se abra nuestra mirada interior
y que alguien
nos ayude a ello.
Comer la carne significará estar en profunda comunión
de vida
con Jesús, como él lo está con el Padre.
Y actuar movidos por esta corriente de
amor y de vida
que tiene al Padre como fuente
y que nunca deja de comunicarse
y
de entregarse sin medida.
- Señor Jesús,
no permitas que recibamos la Eucaristía en vano.
Que,
acogiéndote cada día,
adquiramos tus mismas actitudes.
Jesús soñó los sueños de Dios:
preparar un banquete para
todos.
Y era su vida entregada la que estaba sobre la mesa.
En la eucaristía
había mucho amor por medio.
Pon algo tuyo en medio para que los más pobres
y
orillados se beneficien.
Los mejores amigos de Jesús han hecho de sus vidas un
banquete, con platos generosos para todos.
Porque elijo el camino de
la vida,
acudo a tu fuente.
Porque quiero crecer en el amor,
como tu pan
en la mesa.
¡Gracias, Jesús, por la eucaristía!
"De esa manera se cuida el mundo y la calidad de vida de los
más pobres, con un sentido solidario que es al mismo tiempo conciencia de
habitar una casa común que Dios nos ha prestado" (LS 232).
Jesús preparó un banquete para todos.
Puso su vida entregada
sobre la mesa.
Su vida es una eucaristía con mucho amor por medio.
Los mejores
amigos de Jesús
han hecho cosas asombrosas en el planeta.
Se han hecho hermanos
universales de todos,
viviendo en armonía con la gente
y con el mundo que los
rodeaba.
¿Cómo podemos nosotros reflejar mejor
esa armonía en nuestras vidas,
como creyentes, ciudadanos,
trabajadores y consumidores?
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