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Tenemos un Padre





"Que no tiemble vuestro corazón: 
creed en Dios y creed también en mí" 
(Jn 14,1)


La humanidad no es huérfana. 
Tenemos un hogar, que es la casa del Padre, 
llamada también por Jesús «casa de mi Padre»
Y podemos decir también «nuestra casa» 
porque es donde Jesús 
espera recibirnos como hermanos. 
Siendo así, 
procuremos que este mundo 
que se nos ha confiado sea un hogar 
donde nadie se sienta desplazado o forastero. 
Ya sabemos cómo hacerlo:  
en Jesús tenemos el auténtico camino.
   
- Te damos gracias, Padre, 
porque las puertas de tu casa están siempre abiertas.
¡Ojalá tú puedas tener una morada en nosotros! 
Y que ninguno de tus hijos e hijas 
se sienta desamparado en el mundo.


¿Cómo es posible entregar la vida? 
¿Cómo es posible ser gratuitos de forma duradera? 
Jesús se presenta en la comunidad 
y bautiza a sus amigos contra el miedo. 
Cultiva hoy de forma sencilla los gestos 
y las palabras de ánimo. 
Hay personas a tu lado 
que están esperando tu cercanía y tu aliento.


Cuando el miedo llama a mi puerta, confío en Ti.
Cuando el temor me  atenaza, en Ti me refugio.
 


“Para el creyente, 
el mundo no se contempla desde fuera 
sino desde dentro, 
reconociendo los lazos 
con los que el Padre nos ha unido a todos los seres” 
(LS 220).   


El Creador no abandona nunca la obra de sus manos, 
no se arrepiente de habernos creado. 
Por el contrario, el cuidado de la creación 
es uno de los aspectos más descuidados 
por los cristianos de hoy en día. 
El respeto por el medio ambiente es otra manifestación 
de nuestro amor a Dios y al prójimo. 
Se cree en Dios cuidando lo que Él ha creado 
y se respeta al prójimo 
no destruyendo el patrimonio ambiental común.

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