La luz de la resurrección no se puede ocultar.




“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio” 
(Mc 16,15)
Los dones son para la tarea. 
El amor sembrado por Jesús en los suyos termina en envío misionero. 
La luz no se puede ocultar. 
Es hora de fecundar secretamente la historia haciendo lo que hacía Jesús. 
Comunica hoy con alguien lo que sabes y vives de Jesús. No te lo guardes.       
  
Te alabo y te bendigo, Jesús, por tu confianza en mí. 
Dame tu fuerza, dame tu Espíritu. 

“Dejar brotar todas las consecuencias del encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que nos rodea” (LS 217). 

Encontrarnos con Jesús tiene consecuencias en nuestra vida de cada día. 
Su Evangelio está lleno de posibilidades. 
La creación, herida, está esperando el anuncio. 
La Pascua nos ofrece alternativas. 
No tiene futuro un estilo de vida que pretende acumular los bienes que son de todos. 
No tiene futuro un estilo de vida que descarta a los más vulnerables. 
Los recursos del mundo no son solo para nosotros; los que vienen detrás también tienen derecho a respirar el aire limpio, a beber agua no contaminada, a conocer el Evangelio de Jesús.   

Jesús está vivo y presente en todo lo que es vida, belleza, felicidad, esperanza, paz, humanidad.  
Creer en el Resucitado es asumir lo mejor de nuestra humanidad y contagiarlo a los demás. 
Esto es lo que distingue al auténtico creyente en Jesús y su Evangelio.

Los creyentes de hoy no podemos dejar de comunicar lo que hemos visto y oído, como respondieron Pedro y Juan a quienes los interrogaban. 
Aunque los que nos escuchen no lo crean, como cuando María anunciaba que había visto al Señor a los que lloraban su muerte. 
Lo importante es que la vivencia y el testimonio de la fe de los que hemos recibido la misión de anunciar «el evangelio a toda la creación» no mengüe ante los fracasos o dificultades.
- Que tu Iglesia, Señor Jesús, sea siempre una comunidad que dé testimonio de ti con alegría y coraje.

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