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Jesús da a manos llena




"Como el Padre me ha amado, así os he amado yo: 
permaneced en mi amor" 
(Jn 15,9)  
 
En la vida, en las costumbres, en los hechos y en las palabras de Jesús, nos habla Dios, se nos da a conocer Dios mismo.  
Jesús es el revelador de Dios. 
Como es también la revelación de Dios.

Jesús es la gratuidad total. 
Distribuye a manos llenas la verdad. 
Lo que recibe del Padre nos lo da. 
Nos entrega el Espíritu para que nuestra alegría llegue a plenitud. 
Solo por hoy, sal a la vida dispuesto  a amar gratuitamente. No interrumpas el juego del amor, recíbelo de Jesús, pásalo a otros.   

Jesús, 
si permanezco unido a tu amor, 
mi fuente no deja de manar.  

El amor circula entre el Padre y el Hijo. 
Y de ellos hacia nosotros. 
Ocurre, sin embargo, que de nosotros hacia ellos no hay la reciprocidad perfecta que existe entre el Padre y el Hijo. 
Ni tampoco somos capaces de comunicar a nuestros hermanos todo el amor que recibimos. 
Es bueno reconocer nuestra pequeñez y la imposibilidad de amar como somos amados. 
Y al mismo tiempo permanecer en la certeza y el gozo profundo de sabernos amados infinitamente y siempre.

- Gracias, Señor, por el amor con que nos amas. 
Que, como tú, no nos cansemos jamás de dar y darnos.

“La creación solo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal” (LS 76)  
 
La Pascua nos recuerda la gratuidad total de Jesús. 
Da el amor a manos llenas. 
Lo que recibe del Padre lo da. 
Nada se le queda entre las manos. 
Nos entrega el Espíritu para que nuestra alegría llegue a plenitud. 
¿Qué es permanecer en su amor? 
Cuando nos negamos a aceptar el valor de una persona pobre, de un embrión humano, o de una persona discapacitada, es difícil que sintamos el grito de la naturaleza. 
Salimos hoy, solo hoy, dispuestos a amar gratuitamente. 
Sin interrumpir la danza del amor, lo recibimos y lo damos.

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