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La fe un don del Padre





"Todo el que escucha lo que dice el Padre 
y aprende, viene a mí"
 (Jn 6,45) 
 
La fe no se fabrica ni se inventa. 
Es un don del Padre que nos atrae hacia sí. 
Jesús, el único que conoce verdaderamente al Padre, 
nos dice con la propia vida cómo se puede cultivar 
y hacer que crezca el don de la fe. 
El camino es comer del pan que él nos ofrece, 
o dejar que nuestra vida vaya transformándose 
hasta llegar a ser semejantes a Cristo. 
No se trata apenas de un cambio individual, 
sino del mundo entero.

- Gracias, Padre, 
por el don de la fe y por atraernos hacia ti. 
Ayúdanos a crear condiciones 
para que todos puedan escuchar tu voz.

El Padre y el Espíritu cantan 
un bonito proyecto de amor por el ser humano. 
Quien escucha estas canciones se adhiere a Jesús 
y camina con Él hacia un mundo nuevo. 
Pasa hoy por la vida haciendo el bien, 
es la mejor manera de decir a todos que vas con Jesús.

No quiero perseguir el viento, 
solo quiero ir contigo, Jesús,
vibrar al ritmo de tu corazón.
¡Juntos andemos, Señor!    

“Para el creyente, contemplar lo creado 
es también escuchar un mensaje, 
oír una voz paradójica y silenciosa” (LS 85).  
 
Hay mañanas en las que miramos con desaliento cómo el mundo se va haciendo malvado a gran velocidad. 
La vida nos humilla en la dignidad, en la esperanza. 
Pero en medio de nosotros está Cristo Resucitado. 
Solo con Él todo lo perdido encuentra sentido. 
Y, junto con Él, hay muchos hombres y mujeres  capaces de escuchar y responder  a los gritos de los que no tienen voz. 
No puede ser real un sentimiento 
de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos. 
Porque Cristo está en medio aguardamos un futuro mejor con una esperanza activa.   

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