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Propone, no impone

 


«¿Por qué esta generación reclama un signo?»
 
(Mc 8,11-13).

Cuando se extingue la fe, nace la superstición. Entonces pedimos un signo en el cielo que nos diga lo que queremos oír. Pero Jesús no se presta a ello, no entra en nuestro juego de autoengaño. Su revelación sólo necesita ser acogida, desde la humildad; imposible desde el orgullo.


«¿Por qué esta generación reclama un signo?»
Porque no le gusta las verdades que enseña, porque nos avergonzamos de no preocuparnos de quién más lo necesita, porque abre nuestros ojos para ver lo que debemos cambiar y no nos gusta. Abandonemos la comodidad y pongámonos en camino.

A Jesús le piden un signo del cielo porque los de la tierra no resultan creíbles. Buscan ponerlo a prueba porque creen más en sus conocimientos que en el que tienen delante. Jesús los deja porque quien no quiere ver, no verá. Dios siempre propone. No impone.

Señor, te damos gracias por las señales de tu amor 
que nos envías cada día.
 Ayúdanos a estar atentos a tu presencia 
en los pequeños detalles de nuestra vida cotidiana

A quien no quiere creer, ninguna razón le vale. Por eso no habrá señal. Los pobres nos evangelizan con su pobreza y su esperanza en el Reino. Hay que mirarlos y escucharlos.

 

Un signo

¿Qué más signo, Señor,
nos hace falta?
Los pobres, en su hambre,
señalan el amor como camino.
Los niños, en sus juegos,
eligen lo sencillo como escuela.
Los profetas, gritando,
reclaman tu verdad y tu justicia.
Las víctimas de guerras
aspiran a la paz como horizonte.
Los presos de un espejo
envuelven en sonrisas la tristeza.
Los ídolos de barro
sepultan bajo fango la belleza.
Los que se hacen preguntas
intuyen tu palabra en el silencio.
Los muertos, en su sueño,
piden la eternidad como respuesta.
¿Qué más signo, Señor, necesitamos,
para volver el tiempo sementera,
para apostar la vida al evangelio,
para buscar la tierra prometida,
para elegir tu senda?


@jmolaizola

 

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