"Cátedra"
La "cátedra" de Pedro, cuya fiesta celebramos hoy no fue nunca la de un escriba o un doctor, sino la de humilde pastor que, como el mismo Jesús, entregó su vida por sus ovejas. En Roma, antes de sufrir el martirio, sin duda experimentó la pobreza. Así es como se edifica la Iglesia; su piedra angular está en el Calvario, y sus piedras vivas encuentra su solidez en la fe de los fieles de Cristo. Siendo así, ¿no convenía que fuera el apóstol Pedro, el que lo reconoce como el Hijo de Dios, y el primero en participar en la cruz del Señor el que confirmara en la fe a sus hermanos?
'Tú eres Pedro y sobre esta piedra voy a edificar mi Igesia' Jesús elige a Pedro como piedra sobre la que edificará su Iglesia. Muchos, a lo largo de la historia, criticarán esta elección. Otros, simplemente la negarán. El frágil equilibrio que ofrece Pedro asegura la certeza de que es el Señor quien asiste y dirige la nave de la Iglesia.
Se va a convertir en referencia de unidad. Jesús pone a Pedro como piedra de la Iglesia. No por ser más competente o habilidoso, sino porque lo reconoce como Mesías. Jesús le da las llaves del reino de los Cielo. Tiene una misión, construir Iglesia, hacer comunidad, anunciar el reino. No toda la responsabilidad es suya pero sí que será 'piedra' importante en la construcción de la misma.
En Pedro y sus sucesores nos fijamos cuando emprendemos un proyecto, un camino, una tarea. Es referencia de unidad, de sabernos acogidos en la Iglesia.
Señor Jesús,
fortaléceme por esta revelación divina en mi vida
y ayúdame a comprometerme
con la obra de construir tu Iglesia.
Hazme confiar en el poder y la autoridad
que me otorgas como parte de tu cuerpo.
Señor, te damos gracias por el don de la Iglesia
y por la guía de San Pedro,
a quien confiaste las llaves del Reino.
Te pedimos que nos concedas la gracia
de ser fieles a su enseñanza
y de vivir en comunión con todos los creyentes.
Amén.
"Lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos." Nuestra tarea es desatarnos, de tantos nudos y enredos en los que acabamos liados. Para ser libres nos liberó́ Cristo. Esa libertad sagrada que nos impulsa a cada momento a salir de nosotros y regalarnos a los demás. Una vida liberada comienza por el interior. No se trata de hacer lo que nos de la gana, sino de mirar las necesidades que tienen los demás y brindar lo que somos y tenemos para paliarlas. Es una misión que nos trasciende. Pero contamos con la fuerza del Espíritu que nos inspira los pasos de libertad.
Cuando seguimos a Jesús, nuestro destino es el mismo que el de él. Nos jugamos la vida siendo los primeros en servir a los más pobres, los sufrientes, los excluidos.
Hoy pedimos por Francisco que está ocupando esa 'cátedra de Pedro' y que reconocemos como su sucesor, que tiene la misión de construir comunidad, pueblo, cuerpo y templo. Pedimos fuerza y ánimo en su enfermedad, el Espíritu para que pueda seguir guiando los caminos de la Iglesia en el mundo, luz para que nos ilumine en el testimonio y la misión de cada día.
¿Quién dice la gente que soy?
Una fábula de
colegio,
un cuento edulcorado,
una mística sin pasión.
Un hombre de antaño
que vivió poco e hizo
lo que nadie en tres años.
Un peregrino buscador
que en sus noches espesas
se dejó encontrar por su Padre
–al que nunca llamó Dios–.
Un líder de su tiempo
que se jugó por su pueblo
sin alarde ni pompa,
y que el poder mató.
Energía cósmica,
alquimia pura,
poder sobrenatural.
Modelo de tatuadores y dibujantes,
de bucles y ruborizado.
Fotogénico como pocos,
retratado por ricos y pobres.
Tema asegurado entre
ateos, agnósticos y creyentes.
Presencia asegurada en
discursos, catedrales y suburbios.
El que rescata y no vacila.
Cuerpo entero ante el dolor.
Prioridad vital por lo perdido,
vencido y aplastado.
Palabra: dada, encarnada.
Jamás encadenada.
Sello indeleble.
Latido, sangre, pan.
Pasional y de entraña.
Oportunidad siempre nueva.
Siempre persona y propuesta.
Nunca a medida.
Todo don.
Pasión.
Triunfo a la muerte.
Resucitado y resucitador.
Encendido amor.
(Malvi Baldellou)
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