La indiferencia, que es generada por el corazón duro y lo retroalimenta, hace que la mirada sea fría, falta de compromiso y vacía de fraternidad. 'Pasar' del otro es una de las acciones de un corazón duro, de piedra. La propuesta es cambiar el corazón, que sea sensible, de carne, que sienta y ame, que cuide y goce, que llore y ría... para descubrir que el otro es mi hermano.
El sueño de Dios con el matrimonio y con todas las relaciones personales es de comunión. Las personas estamos llamadas a encontrarnos. Y fruto de ese encuentro, crecer, ayudarnos, cuidarnos. Ser fecundos y que la vida mejore para todos, aprendiendo juntos. Son los miedos, las luchas de poder, la incomunicación, las expectativas defraudadas lo que va gastando y erosionando el amor. Cuando repudiamos a alguien vivimos el fracaso del amor.
«Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre» El matrimonio no sólo es la unión de dos personas, es un sacramento, acción de Dios en las personas. No podemos disolver aquello que une para siempre. Lo que sí debemos es prepararnos bien y saber lo que estamos celebrando.
Los comportamientos del ser humano no se pueden atrapar en normas. Cuando los afectos se trabajan, las normas se integran en la medida de la libertad. No hay necesidad de imponer. Es una llamada a la responsabilidad, el respeto, y sobre todo, el bien a los demás.
que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen,
Te pedimos humildemente por todas las familias,
especialmente por las que sufren.
Descienda, Señor,
sobre ellas tu bendición y la fuerza de tu Espíritu.
Que en la alegría te alabemos, Señor, y en la tristeza te busquemos; en el trabajo encontremos el gozo de tu ayuda y en la necesidad sintamos cercano tu consuelo.
Que tu Espíritu de Amor, Señor, transforme nuestra vida y nuestras familias den buen testimonio de esperanza, fe y solidaridad con los pobres.
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