Jesús no vivió instalado en el éxito. Tuvo sus seguidores y sus detractores. Los que se admiraban de sus palabras y los que detestaban su presencia. En la aldea de Samaría le rechazaron abiertamente. ¿Cómo vivimos nosotros el rechazo? Santiago y Juan con un rencor expresado en el deseo de aniquilar y de acabar con los samaritanos. La impotencia de los discípulos pretenden traducirla en violencia. Que el fuego acabe con aquellos que no los reciben. Jesús reprende ese sentimiento en ellos. Jesús les regaña. Este no es el estilo del Reino. "Amad a vuestros enemigos", les dirá. Y la vida sigue, y Dios está con nosotros, y somos valiosos. Y vamos a otra aldea que nos acoja.
“Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén”. Jesús, el Siervo del Amor, está decidido a ir a Jerusalén, donde le espera la cruz. Quiere que el Plan del Padre se cumpla plenamente en él, a través de su Pascua. Aprende de Jesús que en el camino encuentra hostilidad y rechazo por parte de unos y expectativas de un mesianismo espectacular y poderoso por parte de otros. Su actitud es siempre de misericordia y no destrucción.
Jesús fija su rostro hacia Jerusalén. No responde con fuego, sino con misericordia. Aprendamos del Maestro: el Reino no se abre con violencia, sino con paciencia luminosa.
La violencia no es el camino. Cambiar las cosas no se hace con violencia, no se hace con la imposición. Nuestro Dios es de propuesta que espera, desea y acepta una respuesta. También la negativa que para Él sólo es el paso a una posible respuesta positiva en el futuro. La imposición, la venganza, la respuesta violenta o de desprecio, la manifestación del poder por que sí... no es de Él, no es de nuestro Dios.
"Se encaminaron hacia otra aldea" Quizás
vivas un fracaso, quizás no salgan las cosas como pensabas, quizás no te hayan
acogido como mereces, quizás has vivido un revés... Respira hondo, mira hacia
arriba, confía en... Él guiará tus pasos...
Ayúdanos a no dejarnos llevar por el miedo ni por las dificultades del camino,
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