“El Verbo se hizo carne”.     (Jn 1, 1-18)     Frente a tantas palabras, la Palabra.   Nada más, nada menos.     ¡Seamos testigos de la Luz!   ¡Su casa de acogida es María!   Vayamos hasta ella para encender el pábilo de nuestras vidas en la gracia y verdad del Hijo Encarnado.     La Palabra se hizo carne,  para hablar en gestos  y profetizar amores.   Se hizo frágil,  para romper certidumbres  y derribar fortalezas.         Se hizo niño  para crecer aprendiendo  y enseñar viviendo.         Se hizo voz,  en el llanto de un crío  y en las promesas de un hombre.   Se hizo brote  que en el suelo seco  apuntaba hacia la Vida.   Se hizo amigo  para anular soledades  y trenzar afectos.   Se hizo de los nuestros  para enseñarnos  a ser de Dios.   Se hizo mortal,  y atravesando el tiempo  nos volvió eternos.    José Mª Rodríguez Olaizola, sj     UN AÑO MÁS   Vida.   Un año más.   Preocupación.   Un año más.   Alegría.   Un año más.   Encuentro.   Un año más.   Desencuentro.   Un año ...