Inocentes




"Levántate, toma al niño 
y a su madre, huye a Egipto".  
(Mt 2, 13-18)

Cristo ha nacido y Dios está con nosotros.
No podemos eludir la elección: o estar con Él, sirviendo a la luz y dando la vida, o contra Él, buscando en exclusiva nuestro interés, y sembrando la muerte y la oscuridad (para los demás, pero también para nosotros mismos)

En la fiesta de los Santos Inocentes empezamos a entender la lógica del Niño nacido en Belén.
En la muerte de los niños de Belén brilla la luz y triunfa la vida, porque Dios ha mirado nuestra humillación, y ha derribado del trono a los poderosos y ha enaltecido a los humildes.

Los poderosos siguen oprimiendo a los pequeños.
Los ricos medran a costa de los pobres.
Los que resultan incómodos son perseguidos, rechazados, excluidos o eliminados.

Una historia del pasado: los poderosos y los inocentes.
Crueldad.
Rabia.
Ensañamiento.

Violencia.
Frialdad.
Prepotencia.
Llanto.
Dolor.
Desconsuelo.
Impotencia.
Tristeza.
Humillación.
Una historia del presente: los poderosos y los inocentes.

Niños abortados, esclavos, refugiados, abusados, vendidos, explotados.

Vidas truncadas que muchas veces permanecen invisibles a nuestros ojos.
Ojos que no quieren mirar.
"Ay de quien escandalice a uno de estos pequeños".
Hoy son muchos los Santos Inocentes.


Como María, José y el Niño muchos tienen que huir de sus tierras porque son perseguidos y masacrados.
Son los Santos Inocentes del siglo XXI.

Seamos refugio y hogar para ellos.
Después de más de dos mil años, sigue habiendo muchos santos inocentes.

Nada más nacer,
y ya en el camino,
su techo es el cielo,
la tierra es el lecho
que guarda los sueños,
de un hombre sencillo
de una mujer buena
de un recién nacido.
Detrás, a lo lejos,
violencia en las calles
nacida del miedo.
Dolor en las vidas
de tanto inocente.
Víctimas sin culpa,
llantos sin consuelo.
El constante juego
de los poderosos
cobrándose el diezmo
de los más pequeños.

Volverás de Egipto
rasgarás el muro
que divide al hombre
que provoca duelos,
le darás la vuelta
al maldito ciclo
de tanta barbarie,
de tanto desierto
donde nada crece.

Brotarán, de nuevo,
esperanzas altas,
amores perpetuos,
humanas caricias,
profundos anhelos
que desde la entraña
llaman a lo eterno.
Ahora duerme, niño,
que de tu suspiro
pende el universo.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


Señor, contemplamos tu bondad y tu ternura,
en la pobreza y humildad del portal de Belén.
Y nuestro corazón se llena de paz y alegría.

Pero hasta la ternura a veces es mal recibida.
Herodes te recibió con miedo y violencia.
Tu bondad resultó peligrosa para muchos
y acabaste colgado en el madero de la cruz.

Nos parece increíble, pero esto sigue pasando:
muchas personas que aman son incomprendidas,
porque su bondad supone una denuncia de la maldad,
porque preferimos la mediocridad a la santidad.

Señor, no dejes que otros paguen mis temores y enfados,
Perdona el mal que hacemos a muchas personas buenas.
Danos fuerza para compensar con amor nuestros errores
y para defender a los Santos Inocentes de este tiempo.


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