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Su alegría no tiene fin




“Vuestro Padre del cielo 
no quiere 
que se pierda 
ni uno de estos pequeños” 
(Mt 18,14)  

¡Consolad, consolad a mi pueblo! (Is 40,1).
¿Cómo consuela el Señor? Con la ternura.

Dios está siempre saliendo hacia los pequeños de la tierra.
Los alcanza a base de gracia.
“Si el alma busca a Dios, mucho más la busca su Amado a ella” (San Juan de la Cruz).
Si quieres participar en la experiencia misionera de la Trinidad, ofrece a los más pequeños lo mejor de tu corazón.  

‪En un mundo donde toda la gente quiere ganar, apostar por los perdidos.

Hoy Jesús, buen Pastor, quiere encontrarse contigo y llenar tu corazón de alegría.

Deja que Él con su amor, su misericordia, haga luz dentro de ti.
Deja que se acerque y hable contigo y te consuele y te fortalezca.

Cada uno de nosotros es único y especial para Dios.
Tenemos responsabilidad que el Padre nos encomienda para orientar a nuestros hermanos  en su búsqueda del Amor, y que no se pierdan persiguiendo la falsa felicidad.

¡Es voluntad del Padre del cielo que ninguno nos perdamos y más capricho de la Madre! Somos sus ovejuelas...

Mi magnificat
Proclamo tu grandeza, Señor,
mi espíritu festeja que eres mi Dios y salvador,
porque te has fijado en mi pequeñez
y en adelante me felicitarán todas las generaciones.
Porque eres Poderoso y has hecho proezas,
tu nombre es sagrado.
Tu misericordia
continúa de generación en generación.
Ejerces tu poder
desbaratando a los soberbios en sus planes,
derribando del trono a los poderosos
y alzando a los humildes,
colmas de bienes a los hambrientos
y despides vacíos a los ricos.
Estás siempre disponible para tu pueblo,
eres fiel desde los orígenes
y para siempre…


Los padres perdonan una y mil veces los errores de sus hijos, porque les quieren. Incondicionalmente.
Así hace Dios contigo: un Padre lleno de amor por todos.

Si me pierdo como esa oveja despistada, te pido que no te canses de salir a buscarme.
Búscame, incluso cuando no sea el yo que soñaste dichoso.

Tú sabrás encontrarme, me reconocerás en lo que me amas y cuidas.

 Me buscas, Padre.
¿Qué haré yo para acoger tu abrazo?
¿Qué para responder a tus besos?  





Señor, lo más importante no es:
- que yo te busque,
sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);
- que yo te llame por tu nombre, sino que tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano (Is 49,16);
- que yo te grite cuando no tengo ni palabra, sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm 8, 26);
- que yo tenga proyectos para ti, sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc 1,17);
- que yo te comprenda, sino que tú me comprendes en mi último secreto (1 Cor 13, 12);
- que yo hable de ti con sabiduría, sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4, 10);
- que yo te guarde en mi caja de seguridad, sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
- que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas, sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13, 1);
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte... si tú no me buscas, me llamas y me amas primero?


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