Profetas



"Elías ya ha venido, y no lo reconocieron” 
(Mateo 17, 10-13).   


Qué dolor cuando un ser humano es pisoteado, orillado, violentado, ninguneado
¡Qué oscuridad, del hombre y de Dios!
Aporta tu granito de arena en alguna de las mil tareas que el Espíritu hace surgir cada día a favor de la dignidad del ser humano.    

En cada rostro que sufre, en cada mano tendida, en cada gesto de ternura, en cada sonrisa agradecida, ahí está Jesús.
¿Eres capaz de verlo?

Como profetas desde el bautismo hemos de saber que 'van a hacer con nosotros lo que quieran'.

Ejemplo y modelo tenemos en Juan Bautista y en Jesús.
Sembrar el Evangelio exige perder muchas dimensiones de nuestra vida.

¡Qué abajo te colocas para levantar a los abajados!
¡Qué grande es tu amor, Señor!
¡Qué novedad y verdad aportas a la vida!  

   
Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.

Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.

Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.


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