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Descansa en Cristo



“Venid a mi todos 
los que estáis cansados y agobiados” 
(Mateo 11,28-30)   

Adviento es dejarnos mecer en las manos de Dios con confianza como un niño con su padre.

"Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré".

¿Quién se atreve hoy a decir estas palabras de Jesús?
¿Quién tiene tanta gratuidad en su interior como para acoger el cansancio y el agobio y responder con la ternura que alivia?
¿Quién está dispuesto a unir a otros sus manos y su voz para formar una red solidaria que proclame desde las orillas de la tierra estas palabras de Jesús?    

Voy a ti, Señor Jesús, con mis hermanos, que sufren el cansancio, la desesperación el sin sentido de la vida.
Descansa nuestro afligido corazón.  

Danos paz en nuestros agobios y cansancios.
El trabajo, la pareja, los hijos, las discusiones, las riñas…
Cuántas cosas nos oprimen.
¡No te rindas!
Tenemos un gran apoyo cerca…
Que también nosotros aliviemos el sufrimiento de los demás.



Descansa en Cristo tus fatigas.
El cansancio, consecuencia de tu esfuerzo por descansar a otros, por aliviar el dolor, por facilitar la vida a quienes te rodean, se desvanece en el abrazo del Amigo que, con su amor, hace todas las cargas más ligeras.

TU YUGO
Mi cansancio.
Tu yugo.
Mi miedo.
Tu yugo.
Mi pena.
Tu yugo.
Mi agobio.
Tu yugo.
Mi decepción.
Tu yugo.
Mi duda.
Tu yugo.
Mi ansiedad.
Tu yugo.
Mi preocupación.
Tu yugo.
Mi ira.
Tu yugo.
Mi apatía.
Tu yugo.
Mi odio.
Tu yugo.
Tu yugo.
Tu yugo.
Tu yugo.

Suave brisa en nuestro caminar eres tú María, mirándote a ti, el repetitivo 
'¡No puedo más!' lo transformas en sosiego y paz.
¿Cómo va a abandonar la Madre a sus pequeñitos?


Señor, yo también me siento, a veces, cansado y agobiado, abrumado, temeroso y abatido; a veces la carga que llevo a mis espaldas parece mayor que mis fuerzas.

Me pesa, Señor, la carga de mis obligaciones, la carga del "qué dirán", la carga de la incomprensión, la carga de mis errores...

Y tú, Jesús, me invitas a abandonar en ti mis agobios, a dejar caer los hombros, a sentir tu brazo sobre mis hombros liberados, a dejar atrás el esfuerzo en solitario y seguir adelante contigo...

Señor, llevas a tu espalda mis cargas y me pides que cargue con tu yugo, con el peso de los más pequeños, de los más sobrecargados y oprimidos.

Jesús, cuando tomo tu yugo y la carga de los hermanos, se produce un milagro: se alejan mis propias preocupaciones y me siento descansado, aliviado, animado...

¿Señor, a quién tengo que ayudar hoy, a quién he de aligerar su carga en este momento?


Oración inspirada en rezandovoy.org



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