"Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad." (Lc 4,31-37). El mal siempre mete mucho ruido y además esclaviza en lo más hondo del ser humano. Tal vez por eso, cuando Jesús se encontró aquel endemoniado en la sinagoga, le espetó directamente: "¡Cállate y sal de él!" Porque el Señor nos quiere libres y con una garganta con voz profética. Jesús habla con autoridad. Sus palabras son diferentes. Están cargadas de vida y de libertad. Es una autoridad que no se puede clasificar. Nueva y sorprendente. Acaba con los espíritus inmundos. La autoridad emana de creer en lo que se está anunciando y se hace vida desde la confianza y la esperanza de saber que la verdad habita en el corazón. Nuestra autoridad debe nacer de una vida creíble para los demás y para nosotros. Señor Jesús, dame la gracia de acoger tu Palabra con fe y dejar que tu autoridad libere y transforme mi vida. "Se quedaban asombrados...