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Conocer

 


"Yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado." (Jn7,1-2.10.25-30). 

Es el conocimiento personal de Dios el que nos salva y nos renueva. Oímos muchas palabras cada día, las decimos, nos las dicen, las escribimos, las leemos. Pero pensar no es lo mismo que estar con alguien y dialogar. Nos salva la cercanía, el activar la confianza y el compromiso. Por eso Jesús nos muestra el verdadero rostro de Dios porque nos habla, no de ideas, sino de su Abba, su Padre. Con un amor y un cariño que acerca el corazón de Dios a cada uno de nosotros.


El círculo se estrecha en torno a Jesús, planea la amenaza de muerte. El evangelio nos habla de un Jesús perseguido, amenazado, que sigue cumpliendo su misión al tiempo que evita llamar demasiado la atención. Quieren agarrarle; van a por Él, pero todavía no ha llegado su hora.
Sus propuestas no gustan, mueven privilegios. No aceptan sus mensajes, ni de Dios ni de las relaciones entre los hombres y mujeres que propone. Molesta. No les gusta lo que dice, ni lo que propone. Su Palabra mueve los asientos de los poderosos, lo que quieren es acabar con Él. Su propuesta quiere cambiar la manera de vivir la religión, no lo soportan ya que habían hecho de eso un negocio y un privilegio.  Sus gestos cambian el orden de las cosas, los últimos serán primeros, no puede soportarlo aquellos que ocupan el poder, los primeros puestos. 


Quieren matarlo, pero aún no había llegado su hora. Habla abiertamente y nadie le dice nada, porque quizá sea el Mesías. Jesús nos invita a un conocimiento profundo de quien es.





Casus belli

Maquinan, sin cesar,
planes, estrategias,
hojas de ruta, relatos.
Diseñan polémicas.
Amañan veredictos.
Cualquier medio sirve
para ocultar la verdad.
La verdad es que no aman.
La verdad es que adulteran
la vida, a base de cargas.
La verdad es que desprecian
a quien no controlan,
que se creen de mármol,
pero son del mismo barro
que aquellos a los que atacan.
A Dios mismo
mandarán callar,
si contradice
sus discursos engañosos.

Pero el Justo no se rinde.
Su silencio será más audible
que los aullidos
de esta jauría.
Su denuncia desmontará
el andamiaje de normas
que encubre la codicia
de quien manipula
memorias y destinos.
Su amor despertará
los corazones de piedra.
Su verdad desnudará
los discursos inhumanos
de quien se nutre del odio.
Su cruz
romperá
las resistencias.
Su libertad
nos salvará.

(José María Rodríguez Olaizola, SJ)
 


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