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Testigos

 


"Él se presentó en medio de ellos y les dice: 
«Paz a vosotros»."
 (Lc 24,35-48).

“Las heridas que Jesucristo recibió por nosotros prefirió,
sin suprimirlas, llevárselas al cielo,
para presentárselas a Dios Padre
como rescate de nuestra libertad”.
 San Ambrosio

¿Cómo curar en los discípulos el fracaso de la cruz? Sólo con paz. Jesús les regala su Paz y cercanía. No están solos. Jesús se presenta resucitado con el saludo de La Paz. Una paz que tiene que calar en nuestra vida y sociedad. Una paz que nos libra de terrores y miedos, de dudas y falta de fe. Una paz que nos regala la alegría, y nos quita conflictos y guerras.

El resucitado viene a nuestro encuentro. Es puro dinamismo. Sigue siendo Buen Pastor que busca a los que nos sentimos perdidos. Y nos ofrece aquello de lo que más carentes estamos. Si nos ve paralizados por el miedo, nos regala su paz. Si las lágrimas anegan nuestra vida, nos llena de alegría. Si nos duele la soledad, nos inunda de su presencia. Si nos pesa la culpa, nos perdona y nos confía de nuevo la misión. ¡Apacienta!

 

“Vosotros sois testigos de esto” 

Aunque nos empeñemos en no ver ni comprender lo que hace por nosotros, sin embargo, él confía en nosotros y nos hace sus testigos para que no dejemos de anunciar la buena nueva de la salvación, de la redención de los cautivos. Aprendamos a mirar.

No somos falsos testigos, somos testigos de la verdad. Una verdad que sabemos explicar, que conocemos bien, que sentimos dentro, que ha cambiado nuestra vida, que da sentido a lo que somos y hacemos. ¿Qué verdad? El Señor ha resucitado, vive, nos ama.

El testigo da razón de esa verdad con gestos y palabras. El testimonio es verdadero.

No podemos guardarnos la experiencia del encuentro, tenemos y deseamos compartirla. La Pascua es testimonio, es decir, es mostrar, es dar razones, es contagiar...  esperanza, vida, alegría de salvación, presencia del Señor, resurrección.


El testigo da razón de esa verdad con gestos y palabras. El testimonio es verdadero. «Vosotros sois testigos de esto»

Hay personas que son testigos de paz y humildad, de bondad y perdón, de solidaridad y lucha por la justicia.

 

 

Dame una y otra vez tu paz,

Señor, hasta que yo también sea artesano de paz. 

Una manera de entrar en el espíritu del Resucitado, en el pascual, es rezar la oración de san Francisco

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh, Maestro, que yo no busque tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.


 

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