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Te doy lo que tengo






«Te doy lo que tengo» 
(Hch 3, 6).

La frase de Pedro invita a pensar en qué debe ofrecer la Iglesia al mundo. 
La Palabra brinda una gran riqueza de respuestas. 
En nombre de Jesús debemos dar la mano y ayudar a levantarse y andar a los que han perdido la esperanza. Debemos dejarnos instruir continuamente por Jesús así como saber escuchar y acoger a los apesadumbrados.
Cada comunidad debe ser testigo del gozo y esperanza que ofrece Jesús resucitado.

- ¡Gracias, Señor Jesús, por estar siempre a nuestro lado! 
¡Que no tengamos miedo de abrirte el corazón en nuestros desánimos o fracasos!



“Ellos contaron cómo lo habían 
reconocido al partir el pan” 
(Lc 24,35)    
  
Del desencanto pasaron al agradecimiento, de la desilusión a la esperanza.   
Todo fue fruto del encuentro con Jesús.   
¿Te nacen deseos de contar a Jesús?  

Jesús, por tu cercanía y tu palabra, por tu pan partido y repartido,  me ha nacido una   historia que cuento a todos.  
 
 “Dios creó el mundo para todos” (LS 93). 

Basta que miremos la realidad con sinceridad para darnos cuenta de que hay un gran deterioro de nuestra casa común. Entre tantas heridas destaca ésta: el pan no es para todos. ¿Nos aventuramos a cambiar alentados por la fuerza de Jesús Resucitado? 
¿Cómo puede uno ser feliz si los demás no lo son? 
Hay personas que ya están danzando con la música de la Pascua: comparten el pan, se acercan a los más pobres, cuidan la creación, reciclan, disminuyen la contaminación, no malgastan el agua… 
Gracias a ellos hay esperanza. 
¿Por qué no unirnos a ellos? 


Haznos gente alegre a tus seguidores, que lo contemos a los hermanos, y que nuestra forma de tratarnos sea un canto a tu confianza y a tu Amor.

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