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Una pregunta y una respuesta

 

 




«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
 
(Mt 16, 13-23)

Esta pregunta va más allá de lo teórico y se puede traducir por esta otra: «¿Qué lugar ocupo en tu día a día?». Lo que importa no es la respuesta ya sabida y aprendida sobre quién es, sino si él ocupa o no el centro de nuestra vida. A Jesús no lo definimos en términos humanos. Solo desde la experiencia de encuentro con él podremos decir quién es. Sin proyectar nuestros deseos y aspiraciones.

Pedro responde a la pregunta de Jesús: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?": "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo". Aquella confesión da ocasión al Señor para manifestar su elección como

fundamento de su Iglesia. "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Al reconocerlo como Señor somos 'piedras vivas' de su Iglesia, de la comunidad de puertas abiertas que haga realidad su proyecto de fraternidad para el mundo. Ante Él no cabe la indiferencia, responder, ponerse en camino, seguirle y.... ¡¡construir un mundo nuevo!!  No hay misión sin reconocerlo como Señor con una entrega generosa, sin darse todo. Buscando reconocerlo siempre en un/los crucificado/s de la historia. Pidamos a Dios pensar como Dios.

“Quítate de mí vista, Satanás, que me haces tropezar”  Pedro no entiende el camino de la cruz. No sabe estar cerca de Jesús en este momento. Al querer para Jesús el poder y la gloria en sentido humano lo expone al tropiezo.  Fíjate en la debilidad de las personas que quieres: enfermedades, fracasos, situaciones difíciles. Ten cuidado de lo que les dices. Ser para ellos una eucaristía es la mejor forma de ayudarles.  


"Tú piensas como los hombres, no como Dios."
Ese es el paso que cada día se nos ofrece dar. Ir dejando la vida que nace de la escasez, del miedo, de la necesidad e ir desplegando todo aquello que nace del Don, de la Gracia, de la gratuidad. Pensar como los hombres es vivir en el cálculo, en el interés, en el beneficio. Pensar como Dios es contemplar grandeza, es admirarse del milagro, es saborear amor y belleza. Lo que Jesús reprocha a Pedro es que lo tiene todo para vivir alegre y entregado. Y en cambio elige la comparación, la exigencia, la validación externa de quien es elegido y amado y no sé lo cree.

 

"Tú eres el Hijo de Dios"

Señor Jesús, tú que preguntaste a tus discípulos: «¿Quién decís que soy yo?» hoy también me preguntas a mí.

Quiero responderte como Pedro:
"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Pero también quiero responderte como María: con una fe silenciosa, firme y confiada,
que no solo dice, sino que vive.

Virgen María, tú que supiste quién era Jesús desde el primer momento, enséñame a conocerlo más, a amarlo de verdad,
y a seguirlo con todo el corazón.

Ayúdame a responder cada día a la pregunta de tu Hijo con mi vida, mis decisiones, y mi amor.

Jesús, tú eres el Señor.Tú eres el Salvador.Tú eres el Hijo de Dios. Y yo quiero seguirte, con la ayuda de María, ahora y siempre. Amén.

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