El doctor de la ley le pregunta a Jesús por el mandamiento principal de la ley. Jesús le contenta con dos mandamientos: amor a Dios y amor al prójimo. No se pueden separar. El uno lleva al otro. No hay uno sin otro.
Hoy, en medio de tantas reglas, tensiones, polarizaciones, Jesús nos recuerda lo esencial: que todo se resume en amar bien, con todo el corazón y en ambos sentidos: hacia Dios y hacia los demás. No se trata de sentir más, sino de entregarse más. No es cuestión de emoción, sino de decisión. Amar como Cristo nos ha amado: esa es la ley definitiva.
No hay mandamiento mayor que estos. En el amor a Dios y
el amor al prójimo se resumen todas las normas y principios éticos que aseguran
al ser humano vivir como le corresponde a su ser. La alternativa no es más que
deshumanización y frustración. Cada cual, saque sus consecuencias. Dedica unos
minutos a reflexionar sobre cómo estás viviendo estos mandamientos en tu día a
día. Ora en tu corazón para que el amor de Dios te llene completamente y te
impulse a amar y a servir a los demás con generosidad y alegría.
Hoy es la fiesta de Santa María Virgen Reina. María nos enseña a esperar en Dios incluso cuando nada parece tener sentido, incluso cuando Él parece escondido. Contemplar a María Reina nos invita a hacer del amor la norma suprema de nuestra vida, para que, como ella, podamos reflejar la grandeza de Dios en lo pequeño y cotidiano.
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