La compasión, la ternura,
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en
sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las
enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de
ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen
pastor... Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar
espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia…»
(Mt 9,35-10,1. 6-8)
Jesús siempre en camino,
entre la gente,
escuchando sus
penas,
compadeciéndose de su dolor,
anunciando la vida,
levantando la
desesperanza.
Hoy me invita a mí
a continuar la tarea de curar heridas,
acompañar a quienes se sienten solos,
abandonados,
extenuados por el dolor.
Señor Jesús,
sigue despertando en mi interior
la
compasión,
la ternura,
el deseo de ponerme
a la escucha del clamor de los
pobres
y a colaborar
para construir nuestra casa común más humana.
“Lo que habéis recibido
gratis, dadlo gratis” (Mt 10,8)
Toda misericordia nace de la gratuidad de Dios.
Las palabras
de Jesús son un canto
a la primacía de la gracia en nuestra vida.
Florece
nuestro corazón cuando dice gracias.
Cuanto más se extiende la gratuidad
más
espacio le estamos robando al mal.
Despiértanos,
Espíritu
Santo,
a amar a quien nos hace tantas misericordias.
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