Todo nace de la ternura entrañable del Padre.
“Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le
acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: ¿Con
qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad? Jesús les
replicó: Os voy a hacer yo también una pregunta… El bautismo de Juan ¿de dónde
venía, del cielo o de los hombres?… Respondieron: No sabemos. Él… les dijo:
Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto” (Mateo 21,23-27).
“¿Con qué
autoridad haces esto?
¿Quién te ha dado semejante autoridad?” Mt 21,23
Jesús puso en marcha la nueva humanidad
de la caridad y
de la ternura.
Muchas de sus palabras y acciones las dijo
y realizó en
el espacio sagrado del templo,
lugar donde se pretendía tapar las injusticias
con plegarias.
A Jesús no le
preguntaron
por el misterio que escondía su vida,
por el manantial del que
brotaba el agua viva;
les habría respondido que todo le salía del Padre.
Su respuesta:
todo nace de la ternura entrañable del Padre.
¡Qué hermoso es
creer esto!
¡Qué amor tan
grande, tan profundo, nos tienes!
Nos sostienes, nos levantas, nos guías.
¡Bendito seas!
Le preguntaron
por su autoridad,
con muy mala intención.
Y no pudo
decirles nada,
ni contarles dónde nace la ternura
y dónde se recrea cada noche
la misericordia.
No pudo decirles nada,
porque no querían
acoger la verdad ni la luz.
Sólo querían
anular la vida, secar la fuente.
Cuando nos
colocamos en gratuidad
y en sencillez de corazón,
nos acercarnos al misterio de
la Encarnación
y descubrimos capacidades humanas
que van más allá de los
propios límites
y contradicciones humanas.
Señor:
Que cuando haga preguntas,
Que cuando haga preguntas,
me salgan de la verdad de mi corazón.
Que cuando responda,
Que cuando responda,
lo haga con sinceridad.
Que cuando responda a alguien,
Que cuando responda a alguien,
pueda decirle siempre la verdad.
Que cuando tenga que decir la verdad,
Que cuando tenga que decir la verdad,
no tenga miedo a las consecuencias.
Quiero ser transparente.
No me gusta ser opaco.
Quiero ser como el cristal que deja pasar la luz.
Quiero ser transparente.
No me gusta ser opaco.
Quiero ser como el cristal que deja pasar la luz.
Orar es estar en el Padre y saber que el Padre,
el
Hijo y el Espíritu nos habitan.
Esta es la fuente de todo estilo de vida
sorprendente.
“Qué bien sé yo la fonte que mane y corre,
aunque
es de noche” (San Juan de la Cruz).
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