Tú, Padre, siempre nos tiendes la mano



“Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.  Él le contestó: No quiero. Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: Voy, señor. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: El primero. Jesús les dijo: Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron” (Mateo 21,28-32).
  
“Los publicanos y prostitutas os llevan la delantera 
en el camino del reino de Dios”
(Mt 21,31)  

 ¡Sorprendentes palabras para los tiempos pasados 
y para los nuestros!

¿Por qué siguen siendo estas palabras 
un lenguaje desconocido?

¿Cómo es posible que los más marginados 
vayan por delante en el camino?

Jesús abre caminos de misericordia 
en los más proscritos de la sociedad.

Hay otra manera de mirar a los demás: 
la mirada fraterna de Jesús.

Es hora de atrevernos a vivir como hermanos 
de todos los seres humanos. 

Tú, Padre, siempre nos tiendes la mano

Atrévete a creer en este Dios 
 que alcanza con su luz a los perdidos, 
que se deja tocar por los que llevan 
en el rostro la mala fama.

“Prefiero una Iglesia accidentada, 
herida y manchada por salir a la calle, 
antes que una Iglesia enferma por el encierro 
y la comodidad de aferrarse 
a las propias seguridades” (Papa Francisco).

Me has seducido, Señor, con tu mirada, 
me has hablado al corazón y me has querido.

Es imposible conocerte y no amarte.

Es imposible amarte y no seguirte.

Señor, tú no te dejas sobornar por apariencias.

Nos conoces perfectamente a cada uno de nosotros:

Solo desde una sinceridad de vida 
es posible relacionarse contigo.

No es que tú rechaces a alguien.

Se rechaza a sí mismo 
quien vive la farsa de una vida.
Ante la realidad de tu adviento, 
eres invitación de Padre, 
a revisar nuestra vida 
y rectificar posibles engaños ocultos, 
que pueden haberse mezclado 
con nuestro vivir de cada día.
Que de verdad, 
nuestro aparecer coincida con nuestro ser.

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