Todo nos viene de ti, Señor.
“Y se le apareció el ángel del Señor… le dijo:
No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará
un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se
alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor..."
(Lucas 1, 5-25).
Zacarías es un orante persistente.
Día tras día pide un hijo a Dios.
Hasta que un día Dios
le ensancha el espacio de
su tienda,
rompe sus límites,
y ahí, el marido de Isabel,
se detiene y no
entiende.
La respuesta de Dios enmudece su mente
y le abre al
Misterio.
Señor, me abro confiado a tu gracia,
siempre me
sorprendes y desbordas.
“¿Cómo estaré seguro de eso?
Porque yo soy
viejo y mi mujer es de edad avanzada”
(Lc 1,18)
¡Qué evangélicos son los sueños de Dios!
Ensanchan el espacio de nuestra tienda,
rompen los
límites,
hacen posible lo imposible.
Cuando creemos más y más,
damos cabida en
nosotros a las maravillas de Dios.
Todo nos viene de ti, Señor.
Gracias a Ti,
hasta en los fracasos seguimos dando fruto.
Te alabamos y te
bendecimos.
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