En tu misericordia confiamos, Señor.
“Proclama mi alma
la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador… El Poderoso
ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a
sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa
a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide
vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo
había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por
siempre” (Lucas 1, 46-56).
A María, la mujer de ojos nuevos,
le brota la alabanza,
la alegría,
la gratitud ante el obrar sin medida de Dios.
Sus palabras orantes
reflejan el Rostro de un Dios humano,
metido en la historia de la Humanidad,
siempre al lado de los pobres.
"Si quitásemos la pobreza del Evangelio,
no
se entendería nada del mensaje de Jesús"
(Papa Francisco).
A las puertas
de la Navidad,
reconoce las maravillas que Dios hace en ti.
Deja que esta
experiencia de Dios
inunde tus raíces
creyentes.
Ponme en paz, Señor,
para
que broten en mi corazón las músicas
que te alaben y bendigan.
Ponme en camino
hacia CARITAS
para celebrar con muchos la Navidad.
“María, la Madre de la Misericordia.
Todo en
su vida fue plasmado
por la presencia de la misericordia hecha carne.
La
dulzura de su mirada
nos acompañe en este Año Santo,
para que todos podamos
redescubrir la alegría de la ternura de Dios”
(Papa Francisco).
“Proclama mi alma
la grandeza del Señor” (Lc 1,46)
Cuando la vida se hace memoria agradecida,
el
presente se convierte en algo a apasionante,
y el futuro se viste de esperanza.
A María se le ensancha el alma para la alabanza.
La luz y
el amor de Dios
la convierten en la cara humana de Dios.
Con el corazón abierto dejamos
que Dios sea Dios en
nosotros,
que muestre en nosotros sus maravillas.
En tu misericordia
confiamos, Señor.
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