Jesús sana las heridas
Acudió a él [Jesús] mucha gente llevando tullidos,
ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los
curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados,
andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de
Israel… (Mt 15, 29-37).
¡Cómo se adueñan las heridas
de las personas
y de los
pueblos!
Pero la semilla del amor
que Jesús siembra en la tierra
es más honda
que las heridas y el llanto.
Jesús sana las heridas.
Pon en sus manos tus
actividades inútiles,
tu agitación interior,
tus preocupaciones,
tu dolor y el
de la humanidad.
Jesús,
tú eres el manantial donde bebo,
tú la roca
donde descanso,
tú la alegría que sana mis heridas.
“Señor,
dame ojos
para que vea los problemas de mis hermanos.
Señor, dame ojos
Señor, dame ojos
para que vea el dolor de mis hermanos.
Señor, dame amor
Señor, dame amor
para que me duela el dolor de los que sufren.
Señor, dame amor
Señor, dame amor
para que reparta mis “cinco panes”.
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