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Mostrando entradas de octubre, 2025

Orar

  «Señor, enséñanos a orar,  como Juan enseñó a sus discípulos».     (Lc 11,1-4). Aprender a orar es salvar una vida. Porque es como aprender a respirar, como el kit de supervivencia frente a tantas situaciones que nos sobrevienen y provocan auténticos derrumbes. Cuando vivo el agobio y la exigencia: oro. Y se abren los cielos y descubro que se puede relativizar lo que en un momento me parece que absolutiza mi vida. Orar sitúa todo en su perspectiva Divina. No somos todopoderosos. Somos personas limitadas. Con el deseo de amar y de ayudar. Pero con el cansancio de unas fuerzas muy justitas. Orar nos salva porque encontramos el abrazo de quien todo lo puede. «Señor enséñanos a orar» Orar no es sólo mover los labios, o vaciar el interior, sino que nuestra plegaria debe ser parte de nuestra vida y surja de un corazón en plenitud, para que la petición y la acción de gracias nazcan del encuentro con aquel que nos ha amado sin medida. La oración es una práctica que re...

El está contigo.

  «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».   (Lc 1,26-38). Alegrémonos, los llenos de años, de kilos, de historias compartidas, de llantos y risas, de errores y aciertos. Alegrémonos porque el Señor sigue estando con nosotros. Puedes que lo creamos, más o menos. Que lo sintamos más o menos pero Él está. Y sería una verdadera pena que no seamos conscientes. Su presencia no es invasiva, no nos obliga a nada. Nos deja libres para agradecer o para quejarnos. Para vivir en la alegría o para aislarnos y quejarnos. María nuestra madre, con sencillez y discreción nos enseña a vivir proclamando la grandeza de ese amor fiel. Hay momentos difíciles, de desesperanza, de frustración... María hoy nos enseña a confiar, aún sin saber lo que pasará (seguro que eres de los míos, que nos gusta tenerlo todo atado...). Confía en Él. Puede que a veces nos sintamos cansados de repetir las oraciones del rosario o que nos parezca su rezo algo monótono y aburrido. Al igual que no nos abu...

"Anda y haz tú lo msmo"

“¿Y quién es mi prójimo?”   (Lc10,25-37).  Para quien busca la vida eterna, dos objetivos se convierten en esenciales: el amor a Dios con todas las capacidades, y el amor al prójimo como a uno mismo.  Con ser esenciales, muchos los desconocen o los desprecian, despreciando la meta que, por ellos se consigue. Sorprendente «¿Y quién es mi prójimo?» Detrás de esa pregunta lo que aparece es la preocupación por cuántas vidas tengo que asumir, cuidar y responsabilizarme. Prójimo en la cultura judía eran los compatriotas y los que profesan mi misma religión. Preguntar a Jesús por a cuántos tengo que amar, cuidar, acompañar, es la invitación a que nos abra su corazón y la respuesta será: "A todos". Para nosotros es imposible, que tenemos un corazón anémico de amor. Pero Dios nos capacita para cuidar a los que tengo cerca. El prójimo no es una teoría, una doctrina ni una norma. Es la persona necesitada que tenemos próxima. Ante los momentos de dolor y sufrimiento de otros, podemo...

El justo vive por la fe

  “Somos siervos inútiles,  hemos hecho lo que teníamos que hacer” . (Lc17,5-10) En el camino que lleva a Jerusalén, siguiendo a Jesús, los discípulos habían oído al Maestro exaltar la fe de los que le pedían curaciones. Ahora son ellos los que suplican «Auméntanos nuestra fe». La respuesta de Jesús es sorprendente porque no habla en términos de cantidad, sino de calidad. El asunto de fondo no es tener más o menos cantidad de fe, sino tener una fe firme y ponerla en práctica. La fe se fortalece practicándola. La fe nos empuja a vivir el Evangelio sin miedo, a confiar en Dios de tal manera que la misión del anuncio, del proyecto de vida con Él, no nos asusta ni nos da vértigo vivirlo. La fe nos lleva a caminar sabiendo que nunca estamos solos porque Él es el 'siempre fiel' La fe es relación y nace del encuentro con Él. La fe nos lleva a la conversión, a 'arrancar' de nosotros todo aquello que lo esconde, que no nos deja sitio para Él. La fe cambia radicalmente la vida...