En el evangelio vemos a los discípulos regresando llenos de gozo por su misión y a Jesús que les recuerda que la verdadera alegría está en saber que sus nombres están escritos en el cielo. Estas palabras son también para ti.
Con frecuencia buscamos ambientes o situaciones que generen alegría. Y nos olvidamos que brota de la esperanza que no defrauda. Esa esperanza, ya cumplida, consiste en tener nuestro ser arraigado en el cielo. Todo lo demás tiene sentido si ayuda a inscribir allí nuestros nombres.
Alegres. Por ser de y con Él. Por ser elegidos por Él. Por conocer el Evangelio y acercarlo a nuestra vida para vivirlo con gozo. Nuestra alegría es profunda, de sabernos queridos por Él como somos, por el regalo de la amistad y su presencia. La alegría profunda no viene del hacer, al que estamos llamados, sino del ser, de la opción personal por Él y de la elección que Él ha hecho llamándonos.
Estemos alegres como Francisco de Asís, porque somos unos pequeñuelos pero eternamente amados. Nuestros nombres los tiene tatuados Dios en su corazón desde antes de formarnos en el seno de nuestras madres. Y su amor por cada uno de nosotros nada ni nadie lo podrá cambiar. Estamos en casa. Tenemos un sitio reservado para poder desplegar lo que somos y compartirlo con quienes nos acompañan en el camino de la vida. Haz de nosotros instrumentos de tu paz.
San Francisco de Asís nos desveló su camino esencial de la confianza sencilla en un Dios que es todo amor.
“No debemos ser sabios y prudentes según la carne sino más bien sencillos, humildes y puros. Nunca debemos desear estar por encima de los demás, sino, al contrario debemos, a ejemplo del Señor, vivir como servidores y sumisos a toda humana criatura, movidos por el amor de Dios”.
Dame un corazón de niño, capaz de abandonarme en las Manos del Padre, como Tú. Que busque más servir, que ser servido.
Dame un corazón sencillo, capaz de alegrarse por lo esencial: ser hijo de Dios, ser amado y salvado por Ti. Que nunca me falte gratitud y que mi vida sea un canto de alabanza, para que otros descubran tu amor. Amén.
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