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Ha llegado

 


"El reino de Dios 
ha llegado a vosotros." 
 (Lc 11,15-26). 
 
Confundir las obras de Dios con las de Belzebú es tener una opaca capacidad de discernimiento. No detectar el dedo de Dios haciendo el bien, cuidando, recreando y protegiendo. Vivir distraído de lo importante y necesario, o convencido de que Dios es dios.
Somos muy dados a pedir signos en el cielo incluso cuando ya no miramos a lo alto. Pensamos que un signo espectacular nos dará seguridad. Pero el problema no está en los signos, muchos o pocos, sino en los ojos de quienes los miran. Nos señalan la luna y seguimos mirando el dedo.

Toda la vida de Jesús revela que él actúa con el poder de Dios para hacer el bien a la humanidad. Confía siempre en Jesús porque él es el vencedor de toda fuerza de mal. Su reinado es de amor, de paz de justicia y de libertad.

Atráeme hacia ti, Señor, 
no permitas que la fuerza del mal me aprisione  y me esclavice


"El reino de Dios ha llegado a vosotros."
Se nos ha dado y nos toca cuidarlo, compartirlo, agradecerlo, brindarlo. El Reino de Dios es invitar a un banquete. Es compartir pan recién hecho. Es alegrarnos de que alguien encuentre lo que había perdido. Es ver el abrazo de un padre con su hijo que estaba distanciado. Es ver los campos listos para la cosecha. Es probar el vino nuevo. Es tratar con dignidad y cariño a quien ha sido maltratado. Es cerrar los ojos y saber que somos amados. Es balbucear una oración como un bebé en los brazos de su madre.
 
"El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama." Con Él todo cambia, todo es diferente. Vamos con Él a una misión única, anunciar la Buena Noticia, presentarle a Él. Estar con Él quita el miedo, da fe, seguridad y valentía. Con Él, que es la Verdad, tenemos las palabras en nuestra boca, que Él va poniendo, para hablar de Él y proponer el reino. Será con Él como no daremos tumbos, como nuestro proyecto de vida adquirirá sentido y profundidad. Será a su lado y con Él en el timón cuando todo será nuevo. 
 
Quiero recoger contigo, Señor,   
y trabajar contigo, y vivir contigo, y morir contigo. 
Quiero estar unido a ti, 
y se que solo lo puedo estar por tu amor y tu misericordia. 
Unido a ti, desde que me levanto hasta que me acuesto, 
y mientras sueño. 
Estoy en tus manos.

Señor, abre mi corazón a tu palabra y a tu amor.
Lléname con tu luz para que pueda escuchar tu voz en medio del silencio,
seguir tus caminos con humildad
y vivir conforme a tu santa voluntad.
Que tu amor transforme mis pensamientos, mis palabras y mis acciones,
y que en todo momento encuentre en ti la paz verdadera
que solo tú puedes dar.
Amén.



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