La maternidad de la Virgen María es mucho más que los lazos puramente biológicos. Jesús recuerda a todos que pueden adherirse a Él de forma profunda y realísima; y nadie lo hizo mejor que su madre ¿Cómo? Escuchando la palabra de Dios y cumpliéndola. Por eso es bienaventurada.
"Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen." Jesús no corrige la espontánea declaración de entusiasmo que escucha. Lo que hace es ofrecernos el camino de una alegría que permanece. Escuchar es el arte de darle valor a todo lo que nos rodea. Es dejar espacio en la propia vida a lo que otros me quieren regalar. No nos cabe lo preciosa que es la vida. Somos incapaces de reconocer tanto amor que nos rodea. Solo escuchando y viviendo la vida se va comprendiendo y la podemos compartir con los que peregrinan a nuestro lado.
La escucha y el cumplimiento de la palabra de Dios nos hace bienaventurados. Cimentado en esa palabra podemos orientar la vida, combatir las contrariedades, superar los miedos y construir con sentido personal y comunitario nuestra existencia.
Hacer de la Palabra vida. Escuchar su mensaje y ponernos en marcha. Romper el hielo al hacer que la Palabra mueva nuestro corazón y ponernos en marcha para vivir el Evangelio. Hacer del Evangelio proyecto de vida. Nada de miedo, todo de compromiso y confianza. La palabra sin ponerla en práctica se queda fría y distante y nuestra vida alejada del compromiso que nos pide.
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