Jesús envía a los discípulos a la misión con una tarea: prepararle el camino, dar testimonio de él y anunciar la buena nueva del reinado de Dios. Lleva en tu corazón la paz de Jesús y no dejes que las dificultades y hostilidades de la vida apaguen tu gran deseo de seguir a Jesús.
La Evangelización no se apoya en un voluntariado sino en discípulos que han sido llamados por Dios a una misión concreta. Por ser vocación, se ha de pedir. Tenemos que rogar al dueño de la mies que envíe obreros a su mies al tiempo que colaboramos en los trabajos del evangelio.
¡Poneos en camino! No se puede responder sí y quedarnos quietos, hay que salir de la comodidad y vivir en la intemperie con los otros, hay que arriesgar por y con Él cada día. Hay un camino interior que recorrer y un camino exterior, hay que convertirse e ir. ¡Poneos en camino! La respuesta lleva al camino y el camino es la respuesta.
Jesús nos invita a ponernos en camino. A salir de nuestra comodidad, de nuestras seguridades y razones. A hacernos peregrinos de esperanza y evangelio. A crear nuevas sendas de fraternidad y misericordia. Señor, dame la valentía y la humildad para ser portador de tu paz y tu amor dondequiera que me envíes.
Jesús advierte que la misión debe realizarse con sencillez y humildad. No se trata de imponer el mensaje, sino de compartirlo con respeto y amor. En la vida diaria, esto nos llama a escuchar antes de hablar, a acompañar sin juzgar y a servir sin buscar reconocimiento. Atender a los necesitados, animar a los desanimados y enseñar con paciencia a quienes buscan la verdad.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta
Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.
Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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