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Escuchar

 



"Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado."
 
(Lc 10,13-16).

Jesús advierte: “¡ay de Corozaín, ay de Betsaida!” No es condena, es una llamada. Quien rechaza la Luz rechaza la Vida. La hora es inminente: que el corazón se purifique, que la lámpara arda. Pues quien acoge al Enviado, acoge al Padre.

"¿Piensas escalar el cielo?" Desperdiciamos el tiempo y la vida cuando nos comparamos con los demás, cuando desprestigiamos a los demás o los criticamos a sus espaldas para creernos mejores


La conversión no requiere milagros ni penitencias. Precisa de bajar a la esencia de lo que somos; escuchar la voz de Dios en medio de nuestras realidades; y hacernos voceros de lo que hemos escuchado. Volvernos a Dios y acogerlo.

Reflexionemos sobre las palabras de Jesús. A veces, podemos sentirnos seguros en nuestra fe, pensando que ya hemos «escalado el cielo». Pero la fe es un viaje, y siempre hay más por aprender, más por hacer y más maneras de acercarnos a Dios. No demos por sentado las bendiciones y oportunidades que se nos presentan. En su lugar, aprovechemos cada momento para crecer en nuestra relación con Dios y servir mejor a los demás

«Quien a vosotros escucha, a mí me escucha» Sorprende y hasta desconcierta la identificación que hace Jesús con sus discípulos: cuando son perseguidos, cuando se trata de los pequeños y más vulnerables, cuando se ayuda o no a los necesitados, cuando se escucha a sus seguidores. Es Señor está más cerca de lo que imaginamos. Miremos a nuestro alrededor, descubramos cuántas cosas y personas, situaciones y momentos llenan nuestra vida y para lo que no hemos hecho nada. Son regalos para nosotros, presencia de la mano de Dios en nosotros. Seamos agradecidos, aceptemos su presencia. Aceptemos su presencia, aceptémoslo a Él, dejémosle sitio, démosle gracias, 'ha sido bueno con nosotros'. Por eso es tan importante que nuestro testimonio y nuestras palabras nazcan de la honradez en la vida, ya que no sólo nos mostramos a nosotros sino que estamos ofreciendo a aquel que nos ha enseñado a amar y vivir en fraternidad.

Participar en la misión de Jesús es algo grande. Jesús se hace uno con nosotros para acercarnos al Padre. Pone en nuestros labios sus palabras, que también son las palabras del Padre. Abre los oídos del corazón a la Palabra. Guárdala, mastícala y amásala en tu interior, como María. Ofrécela, con Ella, sencillamente a los hermanos. 

 
Señor, abre mi corazón para reconocer tu voz  y responder con fidelidad a tu llamada. Alumbra, Señor, el camino de mi vida. Quiebra la noche con la gracia de la fe. Enséñame a amar porque tengo pobre el corazón.
Señor Jesús, te doy gracias porque nos envías a tus discípulos y pastores para guiarnos con tu palabra. Haz que mi corazón esté siempre dispuesto a escucharles, pues al oírlos a ellos, te escucho a Ti, y al seguirte a Ti, sigo al Padre que te envió.
Danos, Señor, celo por el Evangelio y un corazón tierno  para pedir su misericordia hacia el mundo entero

Gracias Jesús por darnos la misión de ser tus espejos. Quién nos reconoce como tus discípulos ve en nosotros tú mismo amor. Es exigente porque demasiadas veces no dejamos que tú luz llegue a ellos. En vez de ventanas que dejan pasar tu claridad,  nuestra vida se vuelve muro que la encierra.
Haznos humildes y sencillos para que tu vida llegue a muchos  a través de nuestra pobre y cansada humanidad.

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