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Un corazón de niño




«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?»
 
 (Mt18,1-5.10).


Aquel que no sólo cumple, sino que acoge las enseñanzas y las lleva a la vida con humildad pero también con el fuego de anunciar que el amor que se nos da debe hacer que llegue a los demás en un mundo cada vez más individualista

Convertirse y hacerse como niños es la condición que Jesús pone para entrar en el reino de los cielos. Ellos no saben de fingimientos y dobleces. Nunca se sienten autosuficientes y son sabios en empatía. Hablan con el corazón y cuando se equivocan buscan el abrazo de sus padres.


Señor, que pusiste a un niño en medio de tus discípulos 
para enseñarles el camino de la verdadera grandeza, 
ayúdanos a cambiar nuestro corazón y a hacernos pequeños y humildes. 
Danos un corazón de pastor, para que busquemos a los que se han alejado. Amén


"Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos."
 En la infancia lo aprendemos casi todo. Ser como niños, es estar dispuestos a aprender, a asombrarse, a caerse y levantarse rápido, para seguir jugando. La adultez lo llena todo de responsabilidad y seriedad. Responder a exigencias, planificaciones, resultados. Ser niño es activar la imaginación, dejarse cuidar, desregularizar la vida y disfrutar ilusionado de todo. Entramos en el Reino cuando nos encontramos con nuestros amigos y se pasan las horas, sin mirar el reloj, estando y siendo lo que somos. Sin aspirar a más.


“Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en tus caminos”
  
(Ex 23, 20-23). Hoy es la fiesta del Ángel de la Guarda, día de los Santos Ángeles Custodios. “Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida”.(San Basilio). Ya desde la tierna infancia, de entonces, abierto a los ángeles de la guarda, dulce compañía, no me dejes solo, ni de noche ni de día. Don tuyo. Imagen de tu protección, de tu providencia, de tu amor.  Los ángeles Custodios son acompañantes y protectores. Nos asisten en nuestra debilidad, limitación y vulnerabilidad. Confiar en ellos nuestras pobrezas para que nos enseñen a caminar con sabiduría por la vida. Seamos buenos ángeles para los demás.

Dame un corazón de niño, capaz de abandonarme en las Manos del Padre, como Tú.  Que busque más servir, que ser servido. 
Señor Jesús, 
Tú que nos recuerdas que solo con un corazón humilde y confiado, como el de los niños, podemos entrar en tu Reino,  enséñanos a vivir con sencillez, a confiar plenamente en tu amor 
y a reconocer que todo lo recibimos como don. 
Quita de nosotros el orgullo y la autosuficiencia, 
y haznos pequeños ante Ti, 
para que en tu misericordia encontremos la grandeza verdadera. 
Amén



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