"Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré." (Mt 11,28-30). Lo hemos oído otras veces, y hemos sentido lo suave de tu presencia. Pero somos como la oveja que se pierde. Una y otra vez nos decidimos a recorrer caminos que nos confunden. El camino del éxito, de la grandeza, del reconocimiento, del triunfo. Y esos caminos nublan en muchos casos lo sencillo, lo gratuito, lo espontáneo, lo auténtico. Nos vemos envueltos de luces y decorados, pero olvidando nuestra identidad y la de los demás. Los cansancios y los agobios nos abrazan en el día a día. El tiempo nos lleva en volandas y quisiéramos comprimirlo en mil actividades y rutinas. Sin darnos cuenta, nos va resquebrajando por dentro. El hacer nos aprisiona y hace olvidar dónde poner nuestro centro. La vida se hace dura muchas veces, y nos pesa, y nos parece que no podemos más ... ¿Acudo a la oración para descansar en Dios? ¿Cuándo y dónde podría hacerlo más o mejor? “Ve...