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Mostrando entradas de diciembre, 2024

Vengo a Ti

  "Venid a mí todos los que estáis cansados  y agobiados, y yo os aliviaré."    (Mt 11,28-30). Lo hemos oído otras veces, y hemos sentido lo suave de tu presencia. Pero somos como la oveja que se pierde. Una y otra vez nos decidimos a recorrer caminos que nos confunden. El camino del éxito, de la grandeza, del reconocimiento, del triunfo. Y esos caminos nublan en muchos casos lo sencillo, lo gratuito, lo espontáneo, lo auténtico. Nos vemos envueltos de luces y decorados, pero olvidando nuestra identidad y la de los demás. Los cansancios y los agobios nos abrazan en el día a día. El tiempo nos lleva en volandas y quisiéramos comprimirlo en mil actividades y rutinas. Sin darnos cuenta, nos va resquebrajando por dentro. El hacer nos aprisiona y hace olvidar dónde poner nuestro centro. La vida se hace dura muchas veces, y nos pesa, y nos parece que no podemos más ... ¿Acudo a la oración para descansar en Dios? ¿Cuándo y dónde podría hacerlo más o mejor? “Ve...

Me buscas

  “Un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde,  ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida?  Y si la encuentra, … se alegra más por ella  que por las noventa y nueve que no se habían extraviado”   (Mt 18, 12-14). Para Jesús las matemáticas no existen. Uno y noventa y nueve son lo mismo. Las personas no son cálculos ni se miden por cantidades. Cada una es original, única y sagrada. Cuida de todas por igual. La que se pierde es valiosa y merece todos sus desvelos por hallarla. "Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado." (Mt 18,12-14). Encontrarnos, volver a casa, dejarnos encontrar, es lo que nos ofrece la fe. Es lo que nos llena de alegría y de sentido. Perdernos, exiliarnos, no ser nosotros mismos, es la experiencia de vivir intentando agradar a otros. Perderse es olvidar quienes somos. Es mendigar la valoración en el criterio de los demás. Es ac...

Levántate y anda

  "Y el poder del Señor estaba con él  para realizar curaciones."    (Lc 5,17-26). Jesús comunicando vida abre futuro. En el amor que perdona y que invita a caminar, anticipa los cielos nuevos y la tierra nueva. Dios es poderoso para cambiar nuestra suerte. No excluye a nadie su abrazo. Todos somos hermanos. La gran curación es amar lo que somos, lo que vivimos, quiénes somos, cómo estamos. Nuestro gran sufrimiento es no acoger la vida como es. No querernos. Estar permanentemente quejándonos, juzgando, manifestando inconformidad frente a lo que cada día se nos posibilita vivir. La gran curación es abrazar nuestra realidad y llenarla de gratitud. Tenemos por delante la tarea de dejar las camillas de la nostalgia y de idealizar el futuro. Y abrazar el presente con todas sus fuerzas. Señor Jesús, que el ánimo del espíritu nos toque  y nos haga cada día artesanos en el cuidado de nosotros,  en las relaciones, en la forma de estar, en el amor. ...