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Dichosos

 


“Bienaventurados los pobres. 
Ay de vosotros, los ricos”  
(Lc 6, 17. 20-26)

 

La felicidad es el mayor anhelo de todo ser humano. Pero ¿somos capaces de descubrirla? ¿Vivimos de “chispazos” momentáneos... o tratamos de buscar dónde está la verdadera felicidad?

Jesús baja del monte. Se pone a la “altura” de quienes le siguen. Enseña donde se esconde la bienaventuranza. Un mensaje contrario a nuestras aspiraciones humanas: pobreza, hambre, llanto, odio…y lamentos por los que se creen ya felices. Hay que distinguir bien


Lucas sintetiza las 8 bienaventuranzas en 4, [igual que] existen 4 virtudes cardinales… Así hay una unión entre las virtudes: la templanza implica la pureza de corazón; la justicia la misericordia; la prudencia la paz; la fortaleza, la mansedumbre, (San Ambrosio).

Las bienaventuranzas declaran que es dichoso, es decir feliz, el que es pobre, el que carece de tantas cosas. Esta pobreza es también una actitud ante el sentido de la vida: el discípulo de Jesús no cree que lo posee, que ya lo sabe todo, sino que sabe que debe aprender cada día.

Él está cerca de los pobres, de los que tienen hambre, de los que lloran, de los que son marginados, odiados. Es ahí donde encontrarle. Estar con ellos, compartir la vida y la situación, hacer con ellos el proyecto de vida, es dar un paso para estar cerca de Dios

La vida tiene sentido socorriendo al otro en su dolor, comprendiendo la angustia ajena, aliviando a los demás.

Cuánta historia nos habla de la indiferencia que condena a los más pobres y humillados. Cuántos detalles de tu propia cosecha y vida hablan también, con mucha claridad, de esa indiferencia de la que acusas a los demás. Es hora de dejarte tocar a fondo, de rasgarte el corazón.

Hoy Manos Unidas, en su anual Campaña contra el Hambre en el mundo, nos recuerda que es NUESTRA INDIFERENCIA la que condena al olvido, y también a una vida indigna y miserable a millones de seres humanos. Ponte en pie, cambia de vida. Mira, sé solidario. Llena el mundo de vida.

 


DICHOSOS

Dichosos los que siguen caminando

A pesar de las cargas que llevan sobre sus espaldas

Y siguen mirando al cielo dando gracias

Con la esperanza encendida que la Paz no abandonará sus corazones.

Dichosos los que lloran y son consolados

Por quienes tienen un corazón sensible abierto al Tuyo

Y pueden no solo abrazar

Sino que apuestan en primera persona para que sus vidas sean dignas.

Dichosos quienes desde los márgenes de la historia

Apuntan con el dedo a quienes los han apartado del camino

Y dichosos quienes se acercan y conviven en esas orillas

Generando espacios de justicia y de paz.

Dichosos quienes en las comunidades cristianas

Entienden que no solo dando golpes de pecho

Se gana el cielo, sino poniendo su vida en juego

Y dando lo mejor de sí cada día.

Dichosos quienes denuncian con su vida

Que el mundo no está bien y por ello son perseguidos,

Criminalizados e incluso desaparecidos,

Porque ponen el dedo en la llaga que necesita ser sanada

Por la luz y el Espíritu de Dios.

Dichosos todos si comprendemos

Que nuestra iglesia tiene que estar atenta, visible,

Libre, disponible, austera, sensible,

Capaz de dar pasos decisivos de verdad, de justicia y de paz

En todos los ambientes donde la vida de las personas peligra.

Dichoso tú y dichoso yo si entendemos que Jesús

Allanó el camino para que pudiéramos ver su rostro

Y el rostro de una humanidad donde Él

Siempre permanece y permaneció

Y desde donde nos dice “ven y sígueme”.

                   Amén.                   

(P Juanma Arija)


 

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