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La medida del amor es amar sin medida.

 

 Sed misericordiosos 
como vuestro Padre es misericordioso. 
Lc 6, 27-38. 
 
Sin rodeos en el Evangelio de hoy de forma clara y sin adornos se nos presenta el auténtico comportamiento cristiano.
 Se nos muestran las cualidades que Jesús vivió. 
Porque la medida del amor es amar sin medida.

Ser seguidor de Jesucristo lleva consigo un compromiso de vida.
El otro, el prójimo, es el que va marcando nuestra respuesta.
Todas las respuestas están marcadas por la generosidad.
Llamados a amar sin acepción de personas, sin distinción.

La ecuación es muy simple. Si te gusta que te perdonen, perdona también a los demás.
Si te gusta que te traten bien, trata bien a los demás.
 Si te gusta que valoren lo que haces, valora lo que hacen los demás.
Si te gusta que te respeten,
respeta a los demás.
Si te gusta que hablen bien de ti a tus espaldas, habla tú bien de los demás.
Es muy sencillo.
Trata a los demás tal y como te gusta y que te traten a ti.

Amar, hacer bien, bendecid, orad, poner otra mejilla, dar la túnica al que se lleva tu capa, prestad sin esperar, sed misericordiosos, tratar como queremos ser tratados, no juzgar ni condenar.
Es la lección que hoy nos da Jesús.
No para memorizar sino para vivir.

¿Habéis oído algo más revolucionario alguna vez?
El poder transformador de estas palabras está todavía por estrenar.

Hagamos las cosas ordinarias de forma extraordinaria; hagámoslas al estilo de Jesús. 
Amemos, perdonemos, compartamos como lo hizo Jesús.

Donde no hay amor, por amor y obtendrás amor. (San Juan de la Cruz).

Oración por la paz en Ucrania

(basada en textos del papa Francisco)

Señor, este domingo en el evangelio, nos hablas de perdón, de misericordia, de ser instrumento de tu paz, de sembrar amor entre fronteras.

Dios, Todopoderoso, querido Padre de todos:

Unidos como hermanos, te pedimos hoy la paz en Ucrania, que sufre un dramático momento de tensión.

«Que todas las acciones e iniciativas políticas estén al servicio de la fraternidad humana y no de los intereses partidistas».

«Que esa tierra vea florecer la fraternidad y supere las heridas, los miedos y las divisiones»

Te presentamos, Señor, con confianza y humildad, nuestra preocupación por las amenazas actuales a la paz en Ucrania, que afectan también a Europa y más allá.

Toca las mentes y los corazones de los responsables en la tierra, aleja la guerra y la violencia para que así se llegue a soluciones aceptables y duraderas a esta crisis, basadas no en la fuerza de las armas sino en el diálogo, la concordia y la búsqueda del bien común.

Reina Virgen María, esperamos tu maternal protección para que el mundo acoja la paz. Amén


 

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