Ir al contenido principal

Al servicio del Reino

 


“¡Que no falte entre vosotros la sal, 
y vivid en paz unos con otros” 
(Mc 9, 41-50)  

«La fe abre la “ventana” a la presencia actuante del Espíritu y nos muestra que, como la felicidad, la santidad está siempre ligada a los pequeños gestos. Son gestos de la cotidianidad, pero que hacen diferente cada jornada» (Francisco).

Todas nuestras acciones que hacemos tienen su repercusión en nosotros mismos, en los demás, en el proyecto del Reino de Dios.

Las acciones buenas, por pequeñas e insignificantes que parezcan: dar un vaso de agua, sonreír, guiñar un ojo... Cualquier cosa que hagamos nos engrandece, alegra a quien está a nuestro lado, y hace que el Reino de Dios se haga presente un poco más. Es como una pizca de sal que da buen sabor a la vida.

Y las acciones malas, aunque parezcan intrascendentes, también tienen sus repercusiones negativas. Por eso, este Evangelio nos llama a evitar cualquier ocasión de pecar, de hacer daño, de escandalizar.

Sin embargo, no solemos valorar las acciones pequeñas, sean buenas o malas.

A veces nos volvemos insípidos: el cansancio, las obligaciones, la rutina, las dificultades... Llénate de la sal de Dios y ponle sabor a la vida, dale sabor a lo que haces y a quienes te rodean.

Salemos, no dejemos que la vida se quede sosa.

¡Cuántas veces nuestras acciones no están a la altura de nuestro ser cristiano! En lugar de ayudar a los demás a encontrarse con Jesús, los alejamos más.

Crear un clima de alegría, de humildad, de amistad, resaltando lo positivo de cada persona, agradecerlo y potenciarlo. Ver las cualidades de los otros, es encontrar en todo sabor a Reino.

Ser sal; los discípulos están llamados a dar ‘sabor-vida’ con su manera de estar en el mundo

La misericordia de Jesús te ofrece un tiempo nuevo para que puedan germinar en ti la paz y la fraternidad. La última palabra la tiene la misericordia. La última palabra la tiene el amor. Interésate por las personas: que vivan en plenitud y sean felices. Esa es la mejor forma de dar agua.

La sal es el amor de Dios, que cura nuestras heridas y nos preserva del mal; el fuego que pone a prueba nuestra fe y nuestra lucha contra el pecado

Cada día me acerco a tu fuente para aprender a amar. Tu Espíritu me acompaña. Ofrezco el vaso del agua para que beban los que tienen sed de ti. Me abro confiado a tu amor, regalo la sonrisa que brota del encuentro contigo.

Coloquio de la sal

Si la sal en mí se vuelve sosa
el mundo perderá su sabor.
Si la sal se vuelve sosa en la Iglesia
nadie se acercará al banquete que ofrecemos. 
No habrá alegría en las familias. 
El tedio y la mediocridad dominarán los días.
Las sombras vencerán a la luz.
Si la sal se vuelve sosa
se conservarán tradiciones, pero perderemos el Espíritu
y ser cristiano será un asunto del pasado…
Pero si la sal está en su punto
renacerá la esperanza en la tierra,
cantarán de nuevo los trigales, 
la pesca será abundante aún en la noche, 
la unidad será posible entre nosotros, 
una nueva humanidad se abrirá paso en el amor. 

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...