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Mis ojos y mi corazón

 


"Lo que rebosa del corazón, 
lo habla la boca."  
(Lc. 6, 39-45)

 

Un guía ciego no puede guiar a otro porque caerán los dos. Los guías tienen que ser personas competentes y responsables. El modelo del discípulo es el Maestro. La mota en nuestro ojo puede llegar a impedirnos vernos y ver. Los frutos dicen de nuestro interior.

Cuántas veces miramos la mota del ojo del que tenemos al lado y nos olvidamos de nuestros fallos y errores. Tengamos una mirada más abierta, capaz de mirarnos también a nosotros, capaz de construir juntos. Hoy también nos sigue haciendo falta paz.

Desde pequeños, nos insisten en que tenemos que ser buenos, portarnos bien, no hacer daño a los demás … Y es importante. Sólo desde un corazón bueno podremos conseguir una sociedad buena. Merece la pena.

El Evangelio de hoy nos invita a revisar la vida haciendo comparaciones, no con los demás, sino con uno mismo y la Palabra de Dios. De lo que hay en el corazón, habla tu boca

Jesús nos enseña:

La arrogancia de la vanidad, que pretende ser guía siendo ciega, sacar la paja del ojo ajeno y ser más que el Maestro.

La inutilidad del mal: incapaz de sacar algo bueno y que dé fruto.

El papel clave del cuidado o vigilancia del corazón.

Que nuestro corazón rebose de paz, para que las manos y las palabras se conviertan en posibilidades de diálogo y encuentro. Que nuestro corazón rebose de tu gracia, Señor, para que nuestras palabras sean anuncio y testimonio de tu Palabra y de Ti.


Nuestra Señora de Kyiv, madre de Ukraina, te pedimos que abraces a tu pueblo en estos momentos en que está siendo crucificado, restituye la esperanza de quienes no ven un futuro claro e intercede por la paz en favor de las víctimas de esta sangrienta invasión

 

 

 

SIN MAQUILLAJE

Señor.

Si nos parásemos a pensar en la cantidad de cosas

Que acumulamos y que forman parte de nuestro envoltorio

Que oculta lo que realmente somos,

Tan solo por aparentar…

Nos llevaríamos más de una sorpresa.

 

Si nos fijáramos en la cantidad de veces

Que queremos impresionar a los demás con nuestras historias

Sin dejar ver la belleza que el otro tiene en su corazón

Y que seguramente nos vendría bien escuchar….

Nos llevaríamos más de una sorpresa.

 

Si silenciáramos un tiempo nuestro ego,

Y dejáramos espacio a Tu voz que nos habla,

Seríamos capaces de ver nuestras vigas

Ancladas en el corazón, tal vez durante años,

Que son las que nos impiden caminar juntos,

Y podríamos ver a los demás

Con más misericordia y sin prejuicios.

 

Si comprendiéramos el valor

De dejarnos podar nuestras ramas viejas

Veríamos cómo los frutos de bien y de paz

Que van brotando en nuestras vidas y en las de los demás,

Serían alimento para quienes aún tienen hambre de Dios,

Y todos quedaríamos saciados y sanados.

 

Sin maquillajes, ni disfraces.

Sin apariencias ni vanidades,

Así nuestro corazón ansía verte y sentirte, Padre bueno.

Y sólo así, en ese camino interior que nos lleva al corazón

Podremos reflejarnos en tu espejo

Y encontrar la paz que tanto ansiamos.

 

Sí, Padre. Sin disfraces ni maquillajes.

Tan solo arropados con tu rostro, con tu misericordia

Y con tu amor infinito. Con eso nos basta.

Amén.

                    (P Juanma Arija)

 

 


 


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