Testigos de la verdad




"También vosotros 
daréis testimonio, 
porque desde el principio 
estáis conmigo" 
(Jn 15, 26 - 16, 4a.)

Ser testimonio de vida auténtica y coherente, una forma de vivir

¡Qué importante es saber que en los tambaleos de la vida cuentas con alguien en quien apoyarte!

A pesar de los pesares, estamos en buenas manos: su Espíritu nos defiende.

El Espíritu Santo nos ilumina sobre la verdad de Dios y nos fortalece en el testimonio sobre Jesús.
Ésta es la sabiduría que vence al mundo.
La fuerza de los pobres.
El alma de la Iglesia



Señor, envía tu Espíritu a tu Iglesia, para que sin miedo dé testimonio de que tú has resucitado.
Señor, que tu Espíritu descienda sobre nuestras comunidades, para que entendamos mejor tu Buena Noticia de salvación.
Señor, danos tu Espíritu, para que nos enseñe a orar desde el corazón.

“También vosotros daréis testimonio”
Mirándote, Buena Madre del Cenáculo, bien sabemos que 'El Espíritu de la verdad dará testimonio' de nuestro Buen Jesús, Señor Resucitado.



Inunda, oh Dios, con el torrente de tu audacia
al hombre llamado a ser tu testigo:
que su compromiso a favor de los pobres
y su estar al lado del necesitado y desvalido
ayuden a desvelar tu imagen
de un Dios que aborrece toda iniquidad;
que la experiencia de tu amor en su vida
sea como lluvia y rocío
que hagan fértil la tierra baldía de nuestras desesperanzas;
que la paz de su corazón y de sus palabras
hagan posible el abrazo de todas las ideas y creencias;
y que nos ayude a comprender que el único enemigo del  hombre es que niega o hace imposible al hermano
su vocación de amor universal.

Caigan rendidos ante la fuerza de su testimonio
los que defendían la necesidad de la guerra
e incrementaban el poder de las armas aniquiladoras;
que los poderosos de este mundo alcancen a ver en él
que todo poder es corrupción
cuando no es servicio desinteresado.
Pues la vida de un desheredado es más valiosa a tus ojos,
Señor, que todas las culturas y civilizaciones
que se sostienen a costa de la miseria de muchos.

¡Jamás nos falte un testigo de tu amor!
Sólo él hará ahondar en la perfecta alegría,
porque cambiará nuestros cultivos de egoísmo
en campos ubérrimos de comunión y amistad;
sólo él conseguirá que sea bendición
la maldición de mutua desconfianza
que hoy pesa sobre el hombre;
sólo él, porque aceptó, con el sacrificio de su vida,
ser sendero de Dios entre los hombres:
aurora de un mundo nuevo bajo el signo de la fraternidad.

¡Bendito el Dios de rostro humano,
único que eleva al hombre al gozo de ser su testigo!
¡Bendito el Dios que nos envía signos clarividentes
de su amor hecho carne, presencia, riesgo!
¡Bendito el Dios que consagra los pasos de su elegido
con el cuenco abundante de la esperanza
que derriba todo muro de lo imposible!

La tierra estrenará nuevo traje de fiesta
allí donde los oídos se abran
a la palabra hecha carne del testigo de Dios.



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