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Recibir la Palabra




"El Espíritu Santo 
será quien os vaya recordando todo lo que os he dicho" 
(Jn 14,26).    

Escuchar la Palabra con fe, con asombrosa alegría, moviliza todo nuestro ser para ir más allá de lo esperado.
El Señor se manifiesta a quien lo ama, a quien lo busca, a quien lo aguarda con pasión cada día.
Y ese encuentro es sanador, transformador.

El que me ama guardará mi palabra
Y nosotros, rápidamente, pensamos en cumplirla.
Pero Él no ha dicho eso: ha dicho «guardará».
Quiere que le escuches, que atesores en el corazón esa palabra de Amor con que te acaricia, que disfrutes de su predilección y seas feliz.
Cuando así lo hagas, será su palabra la que se cumpla en ti.
Apréndelo de la Virgen: amar a Dios es, sobre todo, recibirlo dentro.

“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará”.
Guardar tu palabra: que toda mi vida gire en torno a tus enseñanzas, y algo mas, que mi vida sea tu enseñanza para otros.

Porque son vida para mi corazón baldío, guardar tus palabras.
Porque son dulces a mis sentidos, guardar mis palabras.
Porque las susurras en la noche a mis oídos, guardar tus palabras.
Porque me amas y me has escogido, guardar tus palabras.

Para tener más vida, ya está aquí y resuena la promesa del Espíritu Santo.
Es hora de ponerse a la escucha del Paráclito.
Él es quien actualiza la palabra de Jesús, su enseñanza, el sendero que lleva a acoger el amor del Padre.
Él prepara la morada humana que recibe al Dios uno y trino.
Él nos va haciendo conscientes del Evangelio entre líneas que escribió Jesús con su vida, muerte y resurrección.

El Espíritu Santo viene siempre en ayuda de nuestra debilidad: nos muestra a Cristo –el Camino, la Verdad y la Vida–, y nos revela al Padre.

Ayúdame, Señor,
a poner mis pasos en tus pasos.
Ayúdame, Señor,
a poner tu Palabra
como luz que ilumine mi camino.
Lléname, Señor,
de tu Espíritu para encaminar
todas mis decisiones
con su luz cada día.




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