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Amaos


“En esto conocerán todos 
que sois discípulos míos: 
si os amáis unos a otros" 
(Jn 13, 31-33a. 34-35.)

Jesús nos sigue exhortando hoy a nosotros como lo hizo esa noche a los discípulos: permanezcan en mi amor; no se cansen, no se aburran, no se rindan, amen también hasta el fin.
Que ya glorificado nos ayude a permanecer en el amor

Todo lo hago nuevo.
Lo antiguo ha pasado.
Se os dijo... Pero yo os digo...
Os doy un nuevo mandato, una nueva base, un nuevo principio para recrear la vida, para que construyáis un mundo nuevo basado en él: el Amor.
Ese es el testamento, la herencia que Jesús nos dejó.



Amar al prójimo "como a mí mismo" significa que yo soy la medida de todas las cosas.
Pero mi medida es torpe y cicatera.
Amar al prójimo "como Yo" os he amado supone encontrar en Cristo la medida verdadera del amor... y de todas las cosas.

No te dejes llevar por el desánimo, por los aparentes fracasos y decepciones.
Acepta lo que Dios quiere para ti.
No te preocupes por el porvenir.
Confía.
Cuida de la creación, de cada criatura, de los hermanos más vulnerables. 
Céntrate en lo esencial, en amar y servir.

Qué torpes somos para saltar las barreras que se nos ponen delante. 
Cuando, afrontándolas, nos sirven para crecer en la vida y la fe.
Se vencen mediante una sincera lucha, en la que siempre está el Espíritu Santo, el consejero.
La fe nos libra de acabar salpicados de heridas.

Amaos. 
Se puede decir más alto, pero no más claro.

"La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros".
Sin amor no somos nada.
No cualquier amor, sino el que se da sin límites ni condiciones.


El mandamiento nuevo… y aparentemente tan sencillo …
¿De verdad somos capaces de amar a los demás, teniendo como referencia el amor incondicional de Cristo?

El mandamiento nuevo es la respuesta del discípulo que ha experimentado en su propia vida el Misterio Pascual de Jesucristo, su muerte y su resurrección.
Un amor que hace nuevas todas las cosas.

La Ley mandaba que era necesario amar al hermano como a nosotros mismos; pero nuestro Señor Jesucristo nos amó más que a sí mismo...
Esa medida de amor era realmente lo nuevo. (Cirilo Alejandría).

La plenitud del amor tiene una imagen, María, porque comprendió con y desde el corazón y vida el:
 "Como yo os he amado, amaos unos a otros".


El amor generoso, auténtico y creíble
que me has dado,
hasta el punto de entregarte todo entero,
muestra quién eres tú, Jesús.
Amado por un amor así,
yo me transformo.
Tu amor me cura,
hace de mí una persona nueva:
capaz de amar, con amor fiel y total,
con un amor atento a las necesidades del otro,
con un amor que no esclaviza,
con un amor que se inspira siempre en ti,
con un amor a tu manera.

“Tú me conoces y me sondeas,
tú me amas y confías en que el amor será el motor de mi vida,
el amor que tú has puesto en mi corazón
para entregar a mi prójimo
porque si no amo a quien veo,
¿cómo podré amarte a ti, a quien no veo?”



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