¡Es el Señor!



“Jesús se acerca, toma el pan 
y se lo da, 
y lo mismo el pescado”. 
(Jn 21, 1-19).


Un Jesús detallista que te prepara un picnic en la playa...
Un Jesús que no abandona aunque le hayan abandonado...
Un Jesús que pregunta si le quieres...
Redes para pescar, peces que se multiplican, pan compartido... ...
Y tú.

Al calor de tu presencia, Jesús,
os reunimos con alegría
para celebrar nuestra amistad
y cantar la vida nueva que nos das.
Al calor de tu presencia, Jesús, pan ofrecido,
comenzamos a ser hijos del mismo Padre,
y nos hacemos hermanos por la fuerza de tu Espíritu.
Al calor de tu presencia, Jesús Eucaristía,
acogemos el reto que nos ofreces,
y hacemos nuestro el futuro al que nos llamas.


Pidamos al Señor su Espíritu, su amor dentro de nosotros, para poder reconocerlo, como el discípulo amado, resucitado en nuestra propia vida, y presente en cada persona y en cada acontecimiento.


Señor, Tú lo sabes todo, sabes que te quiero y que desearía quererte más, con todo mi ser, con toda mi vida.
Que Tú lo fueras todo en mí.
También sabes de mi poca fe, mi fragilidad, mis miserias y debilidades.
Y aun así me llamas a seguirte.
Y en mi pobreza, aquí estoy, Señor.

Como a Pedro, a pesar de negarte, nos sigues llamando.
Queremos decirte:
Te seguiré adonde quieras.

Mi fe nació dentro de la iglesia, y como parte de esa iglesia la vivo.
 Intento contribuir con mi talante, a una iglesia que viva el Evangelio, una iglesia abierta y dialogante, cercana y fraterna, que ponga a los pobres en el centro, con la mirada y el corazón siempre en Cristo.

Mi testimonio es lo que más puede valer en la Nueva Evangelización, así que ayúdeme a ser coherente, que no me olvide que nada convence tanto como la caridad auténtica, hecha disponibilidad, servicio y entrega a los demás.

¡POR TU NOMBRE, SEÑOR!


Echaré las redes de mi vida,
para que otros tengan savia y en abundancia
Esperaré a que el sol se imponga sobre las tinieblas
y comprender que, no hay noche que dure una eternidad
Miraré al fondo de los acontecimientos
y confiare en que, Tú y sólo Tú,
eres quien iluminas las sombras de la existencia humana

¡POR TU NOMBRE, SEÑOR!

Me desgastaré, en cuerpo y alma,
para llevar almas y corazones a tu encuentro
para que, el mundo, tan colapsado de cosas como vacío de sentido
recupere la alegría que nos ofrece tu ser resucitado

¡POR TU NOMBRE, SEÑOR!

Mantendré firme mi amor y fe en Ti
para, luego, ser ardiente antorcha
que irradie luz y paz allá donde me encuentre
Mantendré firme mi esperanza en Ti
para que, el hombre que busca y no encuentra,
sepa que en Ti encontrará siempre una respuesta

¡POR TU NOMBRE, SEÑOR!

Te amaré hasta el final y, amándote como Tú mereces,
sembraré de fraternidad y de perdón mis caminos
de alegría y de belleza los corazones de los que te anhelan
de regocijo y de seguridad
los rostros cansados de tantos caminos retorcidos
Amén
Javier Leoz 

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