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Dos actitudes

    “¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”    (Lc 18, 9-14) La sabiduría popular se ve reforzada por las palabras de Jesús, al poner al descubierto dos actitudes opuestas al subir al templo y elevar la oración al Dios: uno, el fariseo, le da gracias por no ser como los demás; el otro, publicano, se da golpes de pecho pidiendo perdón. Dos actitudes ante Dios y los demás. El fariseo, se cree justo. Desprecia los demás porque se cree mejor. Ante Dios se sitúa como juez de los demás. O el publicano. Un hombre pecador, despreciado, que no levanta la mirada del suelo. Se reconoce en su «humildad».   Señor, concédeme un corazón humilde para reconocer mi necesidad de Ti y confiar en Tu misericordia. Señor, dame un corazón humilde y contrito. Ayúdame a reconocer mi necesidad de tu misericordia y a no confiar en mis propias obras. Enséñame a vivir con humildad, buscando siempre tu perdón y gracia. Suba nuestra oración a ti, Señor, como un homenaje a la verdad, como ...
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Con esto, basta.

“Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”.  El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.    (Mc 12, 28-34) Todo judío conocía bien el "Shema Israel" del Deuteronomio: el Señor nuestro Dios es uno sólo; Amarás al Señor con todo tu corazón... La novedad que introduce Jesús fue unir un precepto del Levítico: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Ahí está lo principal que hemos de vivir. «¿Que mandamiento es el primero de todos?» Aquel que hace que nuestra vida se llene en el encuentro con Dios. El momento que sentimos que él nos mira y nos envía a anunciar su presencia entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo, donde la relación se convierte en amor y fe. El mandamiento primero de todos tiene dos caras: Dios y el prójimo. Y no se pueden separar. No podemos decir que amamos a Dios sino lo hacemos también con quien tenemos cerca. No hay man...

Estar contigo.

  “El que no está conmigo está contra mí;  el que no recoge conmigo desparrama."   (Lc11,14-23). El demonio, el diablo es el que divide. El que daña y enfrenta. Confundir el mal con el bien es distorsionar la verdad, vivir lejos de Dios. Jesús actúa con el dedo creador de bien. Echa demonios y fortalece la vida. Estamos llamados a seguirle y ponernos de su lado. «El que no recoge conmigo desparrama» Cuanto más nos empeñamos en mostrar las divisiones internas, menos testimonio de una vida de unidad damos. Olvidamos que no es nuestra vida la razón de la fe, sino la invitación al mundo a no tener miedo de   encontrarse con quién nos ama. No caben posturas intermedias: estás a favor o en contra; con él o contra él.   Participar de la misión de Jesús implica adherirse a Él y recoger para no desparramar. No son posibles las medias tintas: o con Jesús, o contra Él. ¿Soy seguidor de Jesús en cada momento, o le sigo el juego al diablo? Estar contigo. ...

Plenitud

  "No he venido a abolir, sino a dar plenitud.   "(Mt 5,17-19). Solemos creer que quitando lo que no nos gustan ya está todo resuelto, y nos equivocamos. Pues lo importante no es quitar sino dar el valor que tiene a lo que vivimos para que nuestra vida tenga sentido en si misma y en Dios Jesús no viene a abolir sino a dar plenitud. No quita nada y añade todo. Acoge y no impone. Respeta y no violenta. Acepta y no manipula. Dialoga y no maltrata. Enseña y no adoctrina. Mirarlo y aprender de sus actitudes para convertirnos personal y relacionalmente. La ley es un mínimo que se vive o cumple para llegar a un máximo que es la plenitud que Él propone. Es el servicio desinteresado, la vida entrega en amor al hermano. La plenitud no viene del precepto sino de superarlo para dar la vida, para cuidar y amar. Los mandamientos siguen vigentes: el camino para ser felices. ¿Cómo cumplo y enseño los mandatos de Dios? ¿Qué valor les doy? Señor, ayúdanos a vivir y enseñar tu Palabra con fidel...

"Aquí estoy...hágase"

  «Alégrate, llena de gracia,  el Señor está contigo».   (Lc 1,26-38). Hoy es un día para alegrarnos con María. En ella floreció Jesús, el Salvador. María nos invita a elegir la vida. María nos regala al Dios con nosotros. María acompaña a la Iglesia en el camino del Jubileo de la esperanza, nos lleva a Jesús, nuestra esperanza. Nos sostiene y nos invita a seguir esperando la luz en los acontecimientos borrascosos de la vida. Santa María del camino, ¡Ven con nosotros, a caminar! Madre de la esperanza, alienta nuestra fe en Jesús, nuestra esperanza. "Alégrate, llena de gracia”. Este es el saludo que recibe la Virgen María del arcángel Gabriel. En el saludo que invita a la alegría, va implícita la identidad de la joven, tal como Dios mismo la contempla. Qué bueno sería que nuestros saludos dijeran lo mejor de la identidad de las personas que saludamos.  El anuncio que María recibe por sorpresa, al que hay que responder, es una propuesta. Es de vida, de futuro, de amor...

Aceptar

  «Ningún profeta es aceptado en su pueblo» .  (Lc 4,24-30). Jesús, lleno del Espíritu, fue a su pueblo para anunciar a sus paisanos la gracia. Pero pasó de largo, porque sus miradas no quisieron encontrarse con la suya. Que el Espíritu abra tu corazón y te disponga para recibir los dones de Jesús. Deja que Jesús actúe en tu pobreza y te transmita la energía de su amor. Tú Jesús, eres mi Dios, eres mi vida, eres mi amor. Quédate conmigo. La palabra hoy nos invita aceptar a Jesús. Su propuesta, su mensaje, su llamada, su amistad... y saber que no somos los únicos, que no es exclusivo, que hay muchos, que somos diferentes, que es universal, que somos más, que no es nuestro solamente, que es de todos, que vamos juntos, que nos ama Él no excluye a nadie, Dios se presenta ante nosotros y está deseoso que le reconozcamos, que respondamos, que nos dejemos cambiar por Él. No hay primeros y segundos sino que hay seguidores que le reconocen y le siguen. Reconocerle no depende ...