"El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido." (Lc 19,1-10). A Zaqueo le mueve la curiosidad, quiere verle. Jesús quiere hablarle y mostrarle 'la salvación' , provoca una autoinvitación. Lo llama por su nombre. Jesús quiere preparar un encuentro. Las palabras de Jesús mueven, el deseo de Zaqueo también. Zaqueo cambió su vida, vuelve a ser considerado 'hijo', deja de ser 'ladrón y pecador'. Es el encuentro personal, Jesús lo llama por su nombre, el que cambió la vida para siempre. Zaqueo es ejemplo de que la riqueza es positiva cuando se comparte. Toma conciencia de lo que ha robado y no es suyo, al encontrarse con Jesús. Su baja estatura no es motivo para no dejarse ver. Y la mirada de Jesús transforma su avaricia en generosidad. «El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido» Cuantas veces nos equivocamos al pensar que ya no tenemos solución porque Dios sólo quiere a los buenos. Pero ...
" Había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. " (Lc 18,35-43). Hay veces que los límites se acumulan y las desgracias vienen juntas. Ser ciego y no ver. Estar al borde de la vida, no en el centro, sino en la periferia y estar sentados, parados, inactivos. Mendigando, pidiendo, suplicando limosna, atención, valoración, cariño. Describen esas palabras tantas vidas. Tanta insatisfacción, tanta necesidad. Jesús se hace presente ofreciendo todo lo que el ciego no tiene: compasión, dignidad, interés sincero. ¿Qué quieres que haga por ti? Jesús nos devuelve la vida cuando acudimos a Él. “¡Jesús hijo de David, ten compasión de mí!” Compasión es lo que pide el ciego a las afueras de Jericó. Es insistente. Quiere que alguien se pare, que se acerque, lo levante, le escuche, lo cuide y cure. Necesita salvación, salir de la cuneta, ponerse de pie, recuperar su dignidad. Quiere compasión. El ciego sabe lo que pide, no es una limosna, ni un lamento, ni una mirada de lást...