Cien

 

«Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.»  (Mc 10, 28-31).

Dejarlo Todo para seguirte. Poniendo en ti Todo porque eres el único que llena el vacío, que orienta en sentido, que camina a nuestro lado. Recibir cien veces más, no solo en casas, familia y tierra, sino también en persecuciones. La autenticidad pasa por la prueba.

Tú devuelves el ciento por uno. 
Solo que la recompensa a veces no es al modo que esperamos


En el Reino no habrá miseria, sino afecto abundante para todos. Dios es buen pagador. Hazle frente a tu deseo de acumular con un estilo de vida compartida. Hay pan para todos cuando el reino de Dios desencadena procesos de entrega y solidaridad. El amor es el lenguaje universal que todo el mundo entiende. Frente a la insolidaridad del mal anuncia la solidaridad del amor.

Ligero de equipaje, te sigo Jesús. 
En mi mochila, tu alegría y un pan para una eucaristía. 
Quiero ser santo, como tú, Señor, eres santo. 
El ciento por uno: es el regalo de tu generosidad, 
que experimento cada día. 
Mientras, espero gozar de tu dulzura real en la vida eterna.

Adentrarse en la fe cristiana supone un cambio radical de criterios: lo que parecía más importante resulta irrelevante, y lo considerado insignificante termina siendo lo más valioso y decisivo. Los reconocidos como primeros terminan últimos, y los que no cuentan son los primeros.


«Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros»
Creer que por hacer lo que hay que hacer nos lo tienen que agradecer, es el mayor error. Pensar que vivir la fe viene de serie hace que no nos esforcemos, nos lleva a quedarnos a un lado y a no disfrutar del amor de Dios.

Son últimos por no tener nada, por vivir sin ninguna seguridad. Para ser primeros con Él tenemos que ser últimos con los últimos de aquí. El desprendimiento no es para ser primeros sino para ser con los últimos. Ser últimos con los últimos es lo que nos llevará a encontrarnos con Él y seguirle.


¿Sabes cuál es el mayor bien que has recibido? 
Creer y conocer a Cristo. 
Que en gratitud, nada te detenga, para vivir, como Cristo vivió.

 

 
 

Señor Jesús, 
cuando nos sentimos poco atendidos por personas queridas, 
recordamos los sacrificios realizados por ellas. 
A veces incluso les echamos en cara nuestros desvelos. 
También recordamos a Dios lo que hemos hecho por Él. 
Nos cuesta amar gratuitamente. 
Cuando nos sintamos así, recuérdanos cuánto nos amas; 
susúrranos que Tú no te dejas ganar nunca en generosidad, 
haznos ver que nos amas antes de que lo podamos merecer, 
recuérdanos que quien deje casa, o hermanos o hermanas,
 o madre o padre, o hijos o tierras, por Ti y por el Evangelio, 
recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más 
–casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, 
con persecuciones–, 
y en la edad futura, vida eterna. 
Amén.

 

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