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Venid benditos

 


«Lo que hicisteis con uno de estos, 
mis hermanos pequeños, conmigo lo hicisteis»
(Mt 25,31-46) 
 
“Sabiduría del corazón es salir de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro. En el fondo, detrás de esta actitud hay frecuencia una fe tibia, que ha olvidado aquella palabra del Señor, que dice: “A mí me lo hicisteis”. (Papa Francisco)

Cuando miramos a los ojos al pobre, nos damos cuenta que hay una vida detrás de ellos, entonces descubrimos que la caridad no es tanto darles sino compartir para que vivan la esperanza

Damos de comer al necesitado porque es mi hermano, lo visto por ser mi hermano y está desnudo, lo visito por ser mi hermano que está enfermo... Al vivir este compromiso de fraternidad nos estamos acercando a Dios, pero será Él quien se acerque a nosotros.

Si buscamos el encuentro con Dios, si queremos verle, seamos constructores de fraternidad, el otro es mi hermanos en mi corazón (sin prejuicios) y en mis obras (caridad).


“Señor, ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?” 
El Espíritu nos regala hermanos inesperados. Es hora de abrirles la puerta. Es maravilloso que Jesús nos recuerde una y otra vez que está en el otro. Lo veamos o no, lo descubramos o no, no olvidemos que lo que hagamos al otro a él se lo hacemos. Todos caminamos juntos. Somos peregrinos de esperanza.  

Quien vive construyendo fraternidad, desde la misericordia y el perdón, ayudando a los demás, luchando por la paz y la justicia, quien es fiel en la persecución y sabe sufrir con mansedumbre, oirá al Juez universal las palabras que dieron sentido a toda una vida: Venid benditos.


"Heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.".
Recibamos el día de hoy como una herencia. Es el lote de mi heredad. Lo que Dios nos ha regalado desde que nos pensó y compuso la canción de nuestra vida. Se recibe el Reino cuidándolo, construyéndolo. Viendo en cada persona la posibilidad de "encontrarnos" con el mismo Cristo. Lo que hacemos a los demás se lo hacemos a Él. Acojamos las necesidades y las fortalezas que se nos ofrecen en cada vida que aparece en nuestras vidas.

Un juicio final con un veredicto de bendición o maldición, según el criterio del amor. ¿Soy capaz de reconocer a Jesús en los pobres, en los pequeños y en los últimos? ¿Cómo los trato?

 

Jesús, mueve nuestro corazón a la misericordia, 
a la compasión, al amor.
Sabemos que estás en los hermanos,
nos lo has dicho tú pero a veces no te vemos 
y otras no queremos verte,
nos resulta más cómodo.
Gracias por no cansarte de empujarnos hacia los demás.
¡Gracias!
 

 

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