¿Quién decimos que eres, Señor?

 


"Y vosotros, ¿quién decís que soy?" 
.(Mc 8,27-35).

Para conocer al Señor no basta con saber algo de Él, sino que hay que seguirlo, dejarse tocar y cambiar por su Evangelio, tener con Él una relación, un encuentro que te cambia la vida. (Francisco)


La vida necesita ser explicitada para captar el sentido profundo de lo que ocurre. Sin esa unión de gestos y palabras se dan muchos equívocos y malos entendidos. Jesús pregunta sobre como le perciben las gentes, y cómo le comprenden sus más íntimos. La diferencia es ser conocido de oídas, o ser conocido en intimidad. No es lo mismo tener datos de alguien o compartir la vida con alguien. Eso nos pasa con Dios. Saber cosas de él o que nos transforme la vida entera.

¿Quién dice la gente que eres Tú? Para unos, un recuerdo. Para otros, un ejemplo. Hay quien te ve como un fraude. Y quien aún no te conoce. Para mí eres el Camino que recorro, la Verdad que busco, la Vida que he elegido vivir.

Jesús da la vida, su camino es de entrega, de darse. 
Y eso es lo que nos pide también a nosotros. 
Si le respondemos, 'tú eres todo para mi', significa que vamos a unidos a su suerte, a su proyecto. 
Se tratará de dar la vida como Él la dio.


 

«…tome su cruz y me siga». Es la condición del seguimiento a Jesús. Ir detrás de él y no de una idea. Pensar como Dios y no como los hombres. No confundir llevar la cruz con crear cruces a otros. Perder la vida por el evangelio y no salvarla viviendo a costa 

 

"Quién quiera salvar su vida, la perderá;  pero el que pierda su vida por mi y por el  Evangelio, la salvará"  Es la paradoja del verdadero seguidor de Jesús: el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Esta aparente contradicción se resuelve siempre a favor del Maestro y de sus fieles discípulos. Pongámonos detrás del Señor. Las huellas de Jesús nos muestran el camino y tienen la respuesta precisa, para el momento oportuno: estrategia que salva nuestra alma: La Cruz, llevada con fe y amor. La vida no se pierde al morir, todos vamos a morir, la vida se pierde al no darla.

Jesús habla de tomar la cruz y seguirle. Como hizo María, Señora de los Dolores, que siguió y acompañó a su Hijo respondiendo un «hágase» todas las veces.

¿Quién decís que soy?
Quisiera darte una respuesta con la vida, como María:
Tú eres la presencia amorosa que me habita, la voz que me recuerda quién soy y cuál es mi misión, el amor que me acerca a las personas, la esperanza que me mantiene al pie de la cruz.
 


 

 

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