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Eres Señor

 


«El Hijo del hombre es señor del sábado».
 
(Lc 6,1-5).

La persona es lo primero. Sin embargo, parecemos empeñados en poner por encima las leyes, algunas injustas, que no respetan la dignidad humana. Incluso al Hijo del hombre lo queremos subordinar a las leyes. Pero no, él es señor del sábado, y ninguna ley puede subyugarlo.

Es el Señor del sábado para que no esclavice sino que libere, de la historia para que sea de Salvación, de la vida para que la vivamos como un regalo y la llenemos de sentido. Es Señor de las personas para que vivamos libres, llenos de la dignidad que nos da.

Su señorío es el amor, es la libertad, es el dejar sitio a su lado, es esperar la respuesta a su propuesta.


El equilibrio está en poner a Dios en el centro de nuestras decisiones y actividades, y permitir que Él lo ilumine y equilibre todo.... Resultados: paz en tu alma y en tu conciencia.

Cristo nos liberó de la esclavitud de  la lay para vivir en la libertad de los hijos de Dios, que se dejan guiar por la fuerza de su Espíritu.

Gracias, Jesús.
Tú rompes todo límite.
Solo el amor va siendo luz para el camino. 


«El Hijo del hombre es señor del sábado».
No hay norma que lo limite. No hay ley que lo atrape. No hay necesidad vital que caiga en el olvido. Ni persona que quede desamparada. No hay hambre que no se sacie. No hay dignidad que se abaje. Él por encima.

La llamada de Dios y la dignidad que nos ha dado es a ser "señores", no esclavos ni siervos. El siervo no sabe lo que hace su Señor. El hijo, el amigo, si lo sabe porque vive en la casa, y todo lo que oye del Padre lo siente como propio. No hemos recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor. Sino un espíritu de hijos que nos hace permanecer en casa, sin huir, y nos hace tratar a Dios con la familiaridad con la que tratamos a un padre, a una madre, a un amigo.

 

Señor, Tú nos ofreces tu palabra y tu ley,
para compartir con nosotros tu sabiduría,
para que conducirnos por el camino de bien,
para buscar la concordia y la paz,
para ayudarnos a encontrarnos contigo.

No permitas que utilicemos la ley para condenar,
para someter a las personas más débiles,
para defender los intereses de los poderosos,
para justificar injusticias y atropellos,
para convertirla en un ídolo sin corazón.

Señor, danos sabiduría para comprender tu ley,
confianza para aceptarla como camino de vida
y acierto para mostrarla en positivo a los demás.
 

 

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