"He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!" (Lc 12, 49-53) El anuncio del evangelio no siempre contenta a todos, hace que a muchos no les guste que se le diga que deben cambiar y que viven en el error. Pero debemos empezar por ser coherentes nosotros y fieles al mensaje que anunciamos. El fuego que trae el Señor no es destructor. Es un fuego purificador. Limpia todo lo que nos aleja de él y pone al descubierto lo que era apariencia. Produce conflicto y siembra inquietudes. Es una llama de amor que provoca autenticidad y lanza a la radicalidad. La opción por Él, como sentido de la vida, no siempre genera comprensión, muchas veces genera división, rechazo. En ocasiones ser de los suyos, y mostrarlo públicamente, genera malestar alrededor. No se entienden posturas, propuestas y estilo de vida. Su Palabra, vivida con autenticidad y coherencia, produce cuestionamiento de vida, ante eso puede producirse desde un rechazo hasta un d...